Tribuna

Sólo un aviso

Los medios de comunicación han calificado a Sadam Husein de "satánico", "nuevo Hitler" y han mostrado una profunda angustia e impotencia ante un Estado militarizado en extremo.Para darse cuenta de los niveles a que ha llegado Irak, un país que cuenta con un PIB cinco veces más pequeño que el español, baste señalar que a lo largo de la década de los ochenta ha mantenido unos gastos militares de 200.000 millones de dólares, tres veces superiores al de España. En los últimos cinco años ha compra do armas al exterior por un valor dos veces y medio superior a las compras españolas. Dicho de otra fo...

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Los medios de comunicación han calificado a Sadam Husein de "satánico", "nuevo Hitler" y han mostrado una profunda angustia e impotencia ante un Estado militarizado en extremo.Para darse cuenta de los niveles a que ha llegado Irak, un país que cuenta con un PIB cinco veces más pequeño que el español, baste señalar que a lo largo de la década de los ochenta ha mantenido unos gastos militares de 200.000 millones de dólares, tres veces superiores al de España. En los últimos cinco años ha compra do armas al exterior por un valor dos veces y medio superior a las compras españolas. Dicho de otra forma, si España mantuviera el nivel militarista iraquí tendría que gastar anualmente una cifra equivalente a la totalidad de los presupuestos del Estado para 1990, y se comprarían armas por un valor 12 veces superior al actual. Una barbaridad.

En la década de los ochenta Irak ha comprado armas por valor de 25.000 millones de dólares. La mitad de ellas han sido de procedencia soviética, una cuarta parte de Francia, y el resto de origen norteamericano, brasileño, chino, checoslovaco, egipcio, surafricano e italiano. España también ha contribuido a la militarización de este país exportando material bélico del grupo ERT, Explosivos de Burgos, International Technology, Esperanza, CASA, Santa Bárbara, Land Rover, Enasa y Expal, por valor de unos 30.000 mifiones de pesetas a lo largo de la década, con la complicidad o complacencia de las autoridades políticas para violar el teórico embargo, y siempre con la justificación de las necesidades comerciales.

Embargo ficticio

Se trata de un embargo ficticio que dura hasta finales de 1988, justo en el momento de finalizar la guerra con Irán, y muestra el deseo irreprimible de vender lo que sea con tal de promocionar la industria armamentista.

Irak es sólo un aviso de loque mañana puede ocurrir con Arabia Saudí, Siria o la India, por poner ejemplos de países con altas cotas armamentistas conseguidas por la colaboración de los países industrializados. Kuwait aparece también como un indicador de las limitaciones del planteamiento clásico de la seguridad-mediante-el-armamentismo. La URSS le ha proporcionado recientemente vehículos de combate mecanizados por valor de 300 millones de dólares y más de 1.000 misiles contracarro, y negociaba venderle carros T-72 por valor de 700 millones de dólares, que Kuwait pagaría con petróleo. Estados Unidos, por su parte, negociaba la venta de 42 cazas F-18 por valor de 1.900 millones de dólares. Yugoslavia, la venta de 230 carros T-74 por 800 millones de dólares, y el Reino Unido aportaría su granito de arena con la venta de 16 aviones de entrenamiento. No le ha servido de nada.

Los acontecimientos actuales constituyen un serio aviso para quienes se resisten a poner en marcha mecanismos legislativos y judiciales que permitan controlar y restringir las transferencias de armas y tecnologías militares al exterior. Es un aviso para los Gobiernos que están pensando en exportar al Tercer Mundo los excedentes armamentistas derivados de las negociaciones de Viena.

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Es también un aviso para aquéllos que todavía no han entendido que no se puede continuar exportando una cultura armamentista y unos patrones de desarrollo militar que sólo producen inseguridad. Es un aviso, finalmente, para tomarse en serio la conversión de la industria militar y acabar, de una vez, con el negocio de la exportación de la muerte.

Vicenç Fisas Armengol es investigador de desarme del Centro Unesco de Cataluña y miembro del CIP.

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