Código verde

"Noruega no tiene partido verde porque todos los partidos son verdes". Así se expresa Jon Bech, secretario de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parbimento noruego. Tal vez por influencia de sus primitivas creencias religiosas, que suponían una noción de culpa compartida por la colectividad, los noruegos tienen una conciencia ecológica muy desarrollada. Es innegable también la importancia que en el desarrollo de esta responsabilidad ambiental tiene el clima. A causa de su posición geográfica,los noruegos padecen fenómenos de lluvia ácida con frecuencia, debido a emisiones gase...

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"Noruega no tiene partido verde porque todos los partidos son verdes". Así se expresa Jon Bech, secretario de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parbimento noruego. Tal vez por influencia de sus primitivas creencias religiosas, que suponían una noción de culpa compartida por la colectividad, los noruegos tienen una conciencia ecológica muy desarrollada. Es innegable también la importancia que en el desarrollo de esta responsabilidad ambiental tiene el clima. A causa de su posición geográfica,los noruegos padecen fenómenos de lluvia ácida con frecuencia, debido a emisiones gaseosas en el Reino Unido, las explotaciones de níquel en el norte de la URS S y el carbón de baja calidad que consumen los países del Este, en particular la RDA.No es extraño, pues, que el primer ministro, Jan P. Syse, haya propuesto un código de conducta medioambiental, que piensa llevar en su agenda como primera aportación a la reunión que el próximo otoño celebrarán los 35 países miembros de la Conferencia de Seguridad y Cooperación Europea.

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El código se basa en varios puntos: crear el foro europeo adecuado para revisar periódicamente la política medioambiental de los países miembrosorganizar inspecciones multilaterales de cada uno de los socios para comprobar que cumplen los acuerdos; crear una comisión informativa sobre los posibles riesgos trascendentales, y proveer a los futuros compromisos de medidas de presión para conseguir que se cumplan las limitaciones a establecer.

Noruega, debido a su envidiable situación económica, puede permitirse el lujo de contemplar cómo se desarrolla un posible espacio económico europeo antes de solicitar su participación en él; sin embargo, su vulnerabilidad medioambiental hace que sus habitantes se interesen vivamente por un foro ecológico transcendental.

En palabras de la laborista Kirsti Kolle Grondahl, elegida hace unos días primera mujer presidente del Parlamento noruego, "los problemas medioambientales serán los primeros en que se tomarán decisiones supranacionales, no sólo en el ámbito europeo, sino para el mundo en su conjunto".

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