Ernesto Sábato cree que la poesía será la salvación del hombre

Ernesto Sábato, que ayer culminó con una conferencia un ciclo sobre su obra, cree que la poesía será la salvación del hombre y que la ciencia ha de ocupar el lugar que le corresponde porque ya lo ha hecho todo, incluidas las catástrofes.Sábato, autor de Sobre héroes y tumbas, cerró el ciclo que le ha dedicado la Fundación Germán Sánchez Ruipérez en colaboración con el Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI) con una conferencia improvisada en la que terminó evocando el ejemplo de Hölderlin, un poeta genial que fue acogido, en las épocas de mayor pobreza, por un carpintero que desco...

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Ernesto Sábato, que ayer culminó con una conferencia un ciclo sobre su obra, cree que la poesía será la salvación del hombre y que la ciencia ha de ocupar el lugar que le corresponde porque ya lo ha hecho todo, incluidas las catástrofes.Sábato, autor de Sobre héroes y tumbas, cerró el ciclo que le ha dedicado la Fundación Germán Sánchez Ruipérez en colaboración con el Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI) con una conferencia improvisada en la que terminó evocando el ejemplo de Hölderlin, un poeta genial que fue acogido, en las épocas de mayor pobreza, por un carpintero que desconocía su genialidad. En personajes como Hölderlin tiene la humanidad la respuesta del futuro: la ciencia, o al menos la de los que consideran que el progreso carece de límites y de reflexión, no la tiene.

La ciencia, dijo Sábato, que fue físico, y estuvo a punto de ser físico nuclear, ha producido la contaminación, horribles metrópolis, una catástrofe psicológica y espiritual que ya se advierte y que él sitúa en Japón: "en Tokio ya no se pueden hacer fotografías porque el aire está contaminado por las industrias de las máquinas fotográficas". Sábato, pausado y discreto, como sus libros, reclamó: "Que eso no ocurra en la querida España de Unamuno y de Machado, que no entremos en el mundo de la deshumanización del hombre., Por favor, que no desaparezca España".

La conferencia de Sábato rompió todas las previsiones de espacio. Jóvenes, admiradores de su obra, "cofrades de la fe", como ha dicho José Luis Sampedro, rompieron todas las disponibilidades de espacio. Sábato decidió que se abrieran las puertas y a su alrededor se sentaron, como en una clase universitaria de un maestro despistado, todos los que antes estaban en la puerta del aula. Ésa no fue su principal satisfacción de la noche, como él mismo dijo, el alcalde de Madrid, Agustín Rodríguez Sahagún, le entregó la medalla de plata de la ciudad, y él la recogió como un regalo que le emocionó tanto, o al menos casi tanto, como el recuerdo de su madre, mientras habló de su infancia argentina.

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