Camilo de perdición

La prueba de que portugueses y españoles estamos juntos pero no revueltos es que depende de dónde digas Camilo, si a un lado u otro del Miño, para que se piense en una u otra persona. En ambos casos se trata de escritores, pero para los portugueses Camilo no puede ser más que Castelo Branco.Camilo se suicidó hace un siglo, tras una vida tan romántica como sus novelas. El autor de Amor de perdiçâo, A novela de um homen rico o Memórias do cárcere es para las letras portuguesas un auténtico hito, sólo comparable a un Luis de Camoens, un Eça de Queiroz, un Fernando Pessoa, una Amália...

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La prueba de que portugueses y españoles estamos juntos pero no revueltos es que depende de dónde digas Camilo, si a un lado u otro del Miño, para que se piense en una u otra persona. En ambos casos se trata de escritores, pero para los portugueses Camilo no puede ser más que Castelo Branco.Camilo se suicidó hace un siglo, tras una vida tan romántica como sus novelas. El autor de Amor de perdiçâo, A novela de um homen rico o Memórias do cárcere es para las letras portuguesas un auténtico hito, sólo comparable a un Luis de Camoens, un Eça de Queiroz, un Fernando Pessoa, una Amália Rodrígues, un Eusébio del Benfica.

El camilismo viene a ser en Portugal algo así como el currismo en Sevilla: un sentimiento indeleble. Es la fidelidad a un enamorado sin remedio, a un trueno romántico, y también al creador de un estilo carnal como ninguno.

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