La Contra 'toma' el norte

La guerrilla antisandinista se mueve arrogantemente fuera de las zonas de seguridad pactadas

Una nueva autoridad, dividida entre los organismos internacionales de control y los comandantes de la Contra, asume el poder en amplias zonas de Nicaragua de las que el Ejército Popular Sandinista (EPS) se ha retirado en los últimos días para contribuir a la aplicación de los acuerdos de paz. Unidades armadas de la Resistencia Nicaragüense (RN) patrullan ahora por caminos a los que nunca llegaron durante la guerra, en el norte y en el centro, muy lejos de las zonas de seguridad marcadas para su asentamiento, y se resisten a entregar las armas y desmovilizarse.

El comandante Jimmy Leo es...

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Una nueva autoridad, dividida entre los organismos internacionales de control y los comandantes de la Contra, asume el poder en amplias zonas de Nicaragua de las que el Ejército Popular Sandinista (EPS) se ha retirado en los últimos días para contribuir a la aplicación de los acuerdos de paz. Unidades armadas de la Resistencia Nicaragüense (RN) patrullan ahora por caminos a los que nunca llegaron durante la guerra, en el norte y en el centro, muy lejos de las zonas de seguridad marcadas para su asentamiento, y se resisten a entregar las armas y desmovilizarse.

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El comandante Jimmy Leo es el jefe de la zona uno. Ciro Cuatro, Omaro, Yaser y Jonny son los responsables de la dos, tres, cuatro y cinco, respectivamente. Jimmy Leo manda a unos 3000 combatientes de la Contra que se mueven por la región de Estelí, al norte del país, a unos 200 kilómetros de Managua. Allí negocia y dialoga diariamente con los principales encargados de que este ensayo de paz funcione: el teniente coronel español Ignacio Balbín, jefe de las fuerzas de las Naciones Unidas (ONUCA) en la zona, y con el mexicano Arturo Garzón, funcionario de la OEA y jefe regional de la comisión internacional de Apoyo y Verificación (CIAV).Jimmy Leo tiene bajo sus órdenes a varios comandantes de compañía. Todos están ahora en el interior de Nicaragua dirigiendo la mayor fuerza militar con la que ha contado jamás la Contra, una fuerza que se mueve arrogante por casi todo el norte y eentro del país y que hace poner en dudas el cumplimiento efectivo de lo pactado la semana pasada en Managua.

Por el camino de Estelí

Uno de los comandantes de Estelí, El Colombiano, recorría el domingo pasado el camino principal que une la ciudad de Estelí con la de San Sebastián de Yalí en compañía de media docena de hombres. Otros cuatro elementos de la misma unidad caminaban como avanzadilla en dirección al interior del país, es decir en dirección contraria a la zona donde deberían haberse concentrado antes del miércoles.Los primeros contras se interesan por saber si los compas, los soldados del Ejército Sandinista están cerca. Efectivamente lo están; en el municipio de El Jocote, a poco más de media hora de Estelí, pero a casi una hora de distancia de la zona de seguridad donde deberían estar los contras, tal como establecen los acuerdos de paz.

El contacto entre ambos gru pos está separado apenas por un pequeño repecho en el camino pero El Colombiano asegura que, pese a estar su unidad muy lejos de los límites marcados, su intención no es provocadora. Se trata simplemente de que ni El Colombiano ni ninguno de los comadantes del área ha recibido órdenes de concentrarse en las zonas de seguridad. "Nuestras instrucciones son mantenernos en el área de operaciones. No buscamos el enfrentamiento; si nos dan la mano, les damos la mano, pero si nos dan un tiro, les respondemos", dice el jefe contra, un muchacho con ocho años da experiencia de guerra, un fusil gastado y un rostro de campesino receloso.

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"No estamos renuentes a nada", dice El Colombiano, "pero mientras no haya garantias para nosotros, no nos desarmamos". Es la constante de los comentarios de las decenas de contras que cualquier viajero puede encontrar en el camino a San Sebastián de Yalí y en los alrededores de esta ciudad, en la que el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) fue derrotado en las elecciones de febrero.

Están dispersos, pero no perdidos. La comunicación entre las diferentes patrullas de contras es fácil y constante. Se les ve perfectamente dirigidos y, aunque algo cansados, bien armados, bien vestidos y bien alimentados.

Una de las principales concentraciones de +comandos+, como se les conoce en el argot oficial, se mantiene en Las Guayabas, una humilde población situada a media hora de Yalí. Esta tarde de domingo los contras íuegan allí al béisbol con los jóvenes de la localidad, mientras los responsables reparten municiones y cambian la guardia. El jefe de la unidad, comandante Managuita, recorre la zona a lomos de un caballo blanco. Está rodeado de vigilantes atentos y silenciosos, en medio de una sobrecogedora placidez dominical que sólo rompe el discurso antisandinista de un viejo loco que se dice el responsable sanitario. Managuita es uno de los jefes más reconocidos de la Contra. No se limita a repetir lo que ha oido sino que expresa sus propias ideas.

Advierte que la guerra puede seguir en Nicaragua si no son desplazados los jefes del EPS y "desarmados los sandinistas". Para los contras que viven en estas montañas el enemigo es el compa al que se enfrentan a diario, no el dirigente político derrotado en las elecciones.

Mucho más difícil aún va a ser que estos hombres entiendan que deben desmovilizarse, aunque Humberto Ortega y Joaquín Cuadra sigan mandando el Ejército de Nicaragua.

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