El genuino Jesulín

Navarro / Aparicio, Jesulín, Chamaco

Cuatro novillos de Concha Navarro y 4º y 5º de Daniel Ruiz, de escaso trapío, inválidos absolutos y pastueños salvo 4º. Julio Aparicio: silencio en ambos. Jesulín de Ubrique: dos orejas; vuelta. Chamaco: silencio; palmas.

Plaza de Valencia, 19 de marzo (mañana). 12ª corrida de feria.

Jesulín de Ubrique toreó a su primer novillo sin imitar a Ojeda y pudo apreciarse que torea muy bien. Lo que induce a preguntar qué necesidad tiene de vampirizar personalidades ajenas pintiparando posturas, g...

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Navarro / Aparicio, Jesulín, Chamaco

Cuatro novillos de Concha Navarro y 4º y 5º de Daniel Ruiz, de escaso trapío, inválidos absolutos y pastueños salvo 4º. Julio Aparicio: silencio en ambos. Jesulín de Ubrique: dos orejas; vuelta. Chamaco: silencio; palmas.

Plaza de Valencia, 19 de marzo (mañana). 12ª corrida de feria.

Jesulín de Ubrique toreó a su primer novillo sin imitar a Ojeda y pudo apreciarse que torea muy bien. Lo que induce a preguntar qué necesidad tiene de vampirizar personalidades ajenas pintiparando posturas, gestos, trucos, cuando la suya es idónea para interpretar el toreo con naturalidad y arte.El temple ya se le conocía a Jesulín de anteriores imitaciones, pero esa forma de citar dando distancia, de cargar la suerte, de embarcar suave y rematar allá donde el toro pueda reemprender limpiamente su embestida para que la tanda de muletazos se produzca en ligazón, fue una novedad de Jesulín ayer en Valencia, que le reportó un triunfo legítimo.

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Triunfo legítimo, si se hace abstracción del tronado animalejo que le sirvió de excusa para obtenerlo. La legitimación de este tipo de triunfos requiere mucho disimulo. El novillo tercero se pegaba costaladas y el quinto, no hubiera rodado más de nacer balón. La faena que a este balón desinflado le hizo Jesulín, naturalmente no tuvo el menor interés.

De cualquier forma Jesulín parecía el Cúchares al lado de sus compañeros, que tendrían torejos, pero no pudieron con ellos. Aparicio porfió a uno reservón, y a otro cuya casta excedía de su particular concepto sobre la seguridad personal, lo trasteó desordenadamente. En el tercero, Chamaco -un caso de incompetencia manifiesta- corrió, regateó, sufrió trompicones, volteretas y demás sobresaltos, y eso que el novillín era inocente. Al sexto le dio un pase cambiado y luego le estuvo ahogando la embestida. Empezó entonces la mascletá. Y entre bombazos, gentío y las aclamaciones a Jesulín que salía a hombros por la puerta grande, los aledaños del coso parecían el frente.

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