EL BLOQUEO DE PUERTOS ANDALUCES

Guerra de guerrillas en el mar

200 hombres a bordo de 42 barcos custodian el puerto de Algeciras desde hace ocho días

La flotilla pesquera que bloquea el puerto de Algeciras se mueve como un auténtico comando. Actúa bajo las órdenes de una asamblea permanente, pero tiene autonomía de decisión. La forman unos 200 hombres a bordo de 42 barcos, dispuestos a dejarse la vida en sus reivindicaciones. "¿Quién está dispuesto a irse al fondo?". Y todos respondieron afirmativamente para interponerse ante el Axel Maersk, un enorme buque danés que en la noche del miércoles intentó burlar el cerco. Fueron horas de tensión. En tierra, la Guardia Civil apoyaba las maniobras del carguero; en la mar estaba la amenaza de la ap...

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La flotilla pesquera que bloquea el puerto de Algeciras se mueve como un auténtico comando. Actúa bajo las órdenes de una asamblea permanente, pero tiene autonomía de decisión. La forman unos 200 hombres a bordo de 42 barcos, dispuestos a dejarse la vida en sus reivindicaciones. "¿Quién está dispuesto a irse al fondo?". Y todos respondieron afirmativamente para interponerse ante el Axel Maersk, un enorme buque danés que en la noche del miércoles intentó burlar el cerco. Fueron horas de tensión. En tierra, la Guardia Civil apoyaba las maniobras del carguero; en la mar estaba la amenaza de la aparición de la Armada. Los pesqueros no se amedrentaron. Lanzaron tres bengalas contra la Guardia Civil y no cedieron un milímetro ante las 12.000 toneladas que se les venían encima.

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JUAN MORA, La noche del miércoles al jueves comenzó a calentarse pronto. Cuando Rafael Montoya, patrón de la cofradía de pescadores de Algeciras, anunciaba a toda la flotilla a través de la emisora: "Si no os veis con capacidad para seguir aguantando, no aguantéis. Desde tierra es muy fácil hablar. Haced lo que queráis. Las conversaciones son todavía negativas". La noticia fue recibida con caras serias. La reacción entre los pescadores tardó unos segundos en producirse. Tras el silencio, alguien del comando comentó: "Esta huelga se desbarata". No dejaron terminar la frase a ése que mostraba debilidad: "Aquí seguimos todos en pie".Momentos más tarde, ya cerca de la medianoche, los pescadores sufrieron una nueva prueba de fuego cuando Montoya, de nuevo, lanzó el siguiente aviso: "Lo que se nos viene encima es demasiado grande. También lo suficientemente grave como para impedirme deciros de qué se trata. Sólo os pido que no hagáis frente a lo que se os va a presentar. No quiero que haya desgracias. Dejad el paso libre y luego volvéis a bloquear el puerto". Los marineros, que no temen al miedo, le exigieron que hablase claro. "Es un buque de guerra. Dejarle pasar no será una cobardía".

La confusión que creó la noticia -"si le dejamos pasar, ¿para qué hacemos el bloqueo?.", "¿pero es que nos hemos vuelto locos para enfrentarnos a la Marina?"- se cortó de manera radical ante un nuevo aviso procedente del carguero Axel Maersk- "Vamos a salir del puerto. No queremos producir ningún daño". La Marina podía esperar. Había que actuar de inmediato contra el barco que amenazaba con romper el cerco. Antes de que soltase amarras, ya tenía a estribor todos los pesqueros. La respuesta a la pregunta de quién estaba dispuesto a irse al fondo era unánime.

Seguir en la lucha

Los pescadores, como un experto comando, tenían todo calculado. No era una operación suicida. Si había que morir, se moría, pero la vida es lo último que se entrega, porque eso significa no seguir en la lucha. Se prepararon redes y cabos para lanzarlos sobre la hélice del carguero. En cuanto pusiera en marcha las máquinas, el motor quedaría destrozado. La segunda operación, en previsión de que fallara la primera, sería lanzar bombas de fuego contra el carguero, y la última, ya desesperada, interponerse en su marcha y rezar.

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La Guardia Civil acudió a proteger las maniobras del barco que quería zarpar. Su carga lleva una semana esperando poder salir. Desde un pesquero alguien advirtió que estaban lanzando pelotas de goma. Tres bengalas salieron dirigidas hacia el muelle. La Guardia Civil se retiró y el mercante anuncié que desistía de su maniobra ,,ante la firme resistencia encontrada". Los pescadores iban en serio. Cualquiera que sintonizara la frecuencia por la que se comunican podía conocer hasta dónde están dispuestos a Regar: "En la lucha ya murió un compañero. Pues aquí estamos los demás 'para perderla también".

En la madrugada la tensión comenzó a decrecer. La Armada no acababa de aparecer. Llegar de Ceuta a Algeciras es cuestión de no más de dos horas, y ya había transcurrido el doble. La flotilla recuperó sus posiciones en la bocana del puerto y se amarró. La mitad de sus hombres podían retirarse a descansar mientras el resto iniciaba la guardia. Llevan poco más de una semana en pie de guerra y no saben hasta cuándo va a durar. No hay que desgastar energías.

Unir a la protesta

Hasta el momento, estos hombres no ofrecen síntomas de debilidad. Estar encerrados dentro de un pequeño barco no es extraño para ellos. Sólo llevan ocho días y algunos se han pasado 50 buscando pescado sin desembarcar. Víveres no les faltan porque la flota de Barbate les trae a diario alimentos y la comunicación con Gibraltar siempre está abierta. Las autoridades de la colonia no ponen ninguna dificultad a que un barco se llegue hasta su puerto o que, desde allí, alguien se quiera unir a la protesta. Desde Algeciras, en cambio, la Guardia Civil impide que a través de tierra se mantenga contacto directo con la flotilla, a excepción de la Cruz Roja.

En las zonas de espera, cuando no hay noticias de lo que sucede en las conversaciones de Madrid, Bruselas o Rabat, o mientras no son necesarias maniobras de movilización, se fuma y se bebe café el doble de lo habitual, y también se escucha: "¡Cuántas penalidades hay que pasar para llevar un bocado de pan a los hijos!". Los marineros llevan ganado en lo que va de año 100.000 pesetas. Hay quien enseña el recuerdo que les dejó el mosquetón de un soldado marroquí bajo el ojo. Casi todos los que protagonizan la protesta han sufrido abordajes de las patrulleras de Marruecos. Entran a saco, te golpean, se llevan el tabaco, la comida, las cervezas, y luego te hacen firmar un papel que dice que están pescando en sus aguas".

Los barcos que realizan la protesta están ocupados por cuatro o cinco hombres. Lo único que les mantiene ocupados es escuchar la radio por la que emite la cofradía de pescadores. La familia de los marineros acude a la cofradía para hablar con ellos, tranquilizarles, decirles que siguen estando a su lado y que hagan lo que tengan que hacer.

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