Tribuna:LA MUJER MÁS BELLA DEL MUNDO

Para una condesa descalza

Te escribo con urgencia, porque me dicen que te has muerto. Supongo que debo sentir tristeza, pero espero que tú sientas alivio. Fuiste, ya lo sabes, el nada oscuro objeto de nuestro deseo. Eras de las pocas que estaban a la altura de las circunstancias. Ya no quedan mujeres como tú.Te conocí siempre arriba, en la pantalla, y por fin estás definitivamente allí.

Sigues siendo lo que eras, una maravillosa confluencia de sombras y luces. Una vida humana no da para más. Y, ahora, menos.

No veo razón para entristecerme del todo, porque para mí sigues siendo lo que fuiste. Tal y como t...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Te escribo con urgencia, porque me dicen que te has muerto. Supongo que debo sentir tristeza, pero espero que tú sientas alivio. Fuiste, ya lo sabes, el nada oscuro objeto de nuestro deseo. Eras de las pocas que estaban a la altura de las circunstancias. Ya no quedan mujeres como tú.Te conocí siempre arriba, en la pantalla, y por fin estás definitivamente allí.

Sigues siendo lo que eras, una maravillosa confluencia de sombras y luces. Una vida humana no da para más. Y, ahora, menos.

No veo razón para entristecerme del todo, porque para mí sigues siendo lo que fuiste. Tal y como te conocí.

Más información
Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En