Intrigas de palacio

¿Quién toma las decisiones en el Frente de Salvación Nacional? Nadie lo sabe. "El comité ejecutivo", dicen unos portavoces; "el consejo", dicen otros; "Iliescu", añaden. Los decretos se emiten sin número ni método. Cada portavoz se contradice con el anterior, cada miembro del Frente cuenta una versión, los unos se espían a los otros.Un reflejo de la división que existe en sus filas y que el pasado jueves estuvo a punto de cobrarse la primera víctima política de esta enorme confusión: Petre Roman, primer ministro, estuvo a punto de dimitir el jueves cuando se redactó el comunicado oficial sobre...

¿Quién toma las decisiones en el Frente de Salvación Nacional? Nadie lo sabe. "El comité ejecutivo", dicen unos portavoces; "el consejo", dicen otros; "Iliescu", añaden. Los decretos se emiten sin número ni método. Cada portavoz se contradice con el anterior, cada miembro del Frente cuenta una versión, los unos se espían a los otros.Un reflejo de la división que existe en sus filas y que el pasado jueves estuvo a punto de cobrarse la primera víctima política de esta enorme confusión: Petre Roman, primer ministro, estuvo a punto de dimitir el jueves cuando se redactó el comunicado oficial sobre la anulación' del referéndum de la pena de muerte, según contaron a EL PAÍS fuentes muy próximas a él. Según estas fuentes, Silviu Brucan, miembro del comité ejecutivo, consiguió introducir un párrafo que ponía en mal lugar a Roman. Éste se enfadó. Brucan leyó finalmente ante la Prensa la culpabilidad- de Roman en los decretos emitidos el viernes 12 sobre la pena de muerte ante la presión de la manifestación que les hizo temblar.

Son intrigas de palacio. Los portavoces "se espían" los unos a los otros, tal y como reconoció uno de ellos, cada cual fiel a un líder, al acecho ante una crítica o una intoxicación.

Así, mientras Sergiu Nicoalescu, uno de los miembros del Frente, contaba en los pasillos de su sede que "el referéndum se ha pospuesto", Adrian Sirgu, portavoz, reconocía que se había cancelado", Dumitru Mazilu decía a este periódico: "Se celebrará en tres meses, pero con otras preguntas".