El Vaticano impone medidas de excepción a los religiosos de América Latina

La imposición de un secretario general a la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR) y la supresión del plan pastoral elaborado para los próximos seis anos, que según afirma el Vaticano coloca "en lugar de Cristo y de su Misterio Pascual al pueblo de los pobres que ha de ser liberado", han sido dos medidas que ha adoptado Roma en el conflicto que la enfrenta desde hace tiempo con los religiosos de América Latina próximos a la teología de la liberación.

Las distintas concepciones sobre cómo debe ser la presencia de la Iglesia allí donde se violan los derechos humanos están en e...

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La imposición de un secretario general a la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR) y la supresión del plan pastoral elaborado para los próximos seis anos, que según afirma el Vaticano coloca "en lugar de Cristo y de su Misterio Pascual al pueblo de los pobres que ha de ser liberado", han sido dos medidas que ha adoptado Roma en el conflicto que la enfrenta desde hace tiempo con los religiosos de América Latina próximos a la teología de la liberación.

Las distintas concepciones sobre cómo debe ser la presencia de la Iglesia allí donde se violan los derechos humanos están en el fondo de esta polémica. El organismo, representativo de unos 150.000 religiosos y religiosas, ha aceptado finalmente las medidas dictadas por la curia romana.

"En América Latina hay muchos hombres sin tierra y mucha tierra sin hombres; la mayoría de la tierra está en pocas manos; la mayoría de hombres carece de casa y de alimentación". Ésta es una de las frases del proyecto Palabra-Vida (1988-1993) que el Vaticano ha obligado a revisar y detener su venta. El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Joseph Ratzinger, tomó cartas en el asunto proponiendo la rectificación. La revisión exigida ha sido, sin embargo, tan de fondo que el pasado mes de octubre dimitió todo el equipo de biblistas que colaboraron en la redacción y la CLAR se ha desentendido finalmente de este proyecto. "Seguramente vendrán tiempos mejores", concluía la directiva de los religiosos latinoamericanos en una carta dirigida el pasado mes de octubre a los miembros de la confederación.

Los contenidos de este proyecto, próximos a lo que se ha dado en llamar teología de la liberación, han constituido un eslabón más en este conflicto con Roma. En abril de 1989 la CLAR eligió a Manuela Charria, dominica de la Presentación, secretaría general de la entidad. En julio el Vaticano comunicó a los religiosos que la citada monja seria secretaria general adjunta y que se nombraría a Jorge Jiménez, eudista, secretario general.

Desconfianza o decepción

El Vaticano rogó al presidente de la CLAR, Luis Coscia, que noto mase esta decisión como una muestra de desconfianza. El decreto de nombramiento iba firmado por el cardenal Jeróme Hamer, prefecto de la Congrega

ción para la Vida Religiosa. La CLAR se negó a aceptar estos nombramientos y calificó de decepcionante el procedimiento seguido por el Vaticano. Sin embargo, el 11 de octubre la CLAR, tras diversas idas y venidas a Roma, aceptó los decretos.

Ello supuso ceder a las presiones de Roma, adonde se había remitido con anterioridad una carta en la que los religiosos decían: "Nos parece que no aceptar a una mujer como secretaria general es no conocer la capacidad de la vida religiosa femenina, es ignorar la presencia mayoritaria de la mujer en la Iglesia latinoamericana; es también ofender a la mujer consagrada, creyéndola incapaz de ocupar puestos de responsabilidad".

La carta abordaba asimismo el problema surgido con el proyecto Palabra-Vida. Los religiosos afirmaban que los problemas sobre este punto surgen de las diferentes concepciones sobre la opción por los pobres."Esta opción preferencial unió profundamente a la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM) y a la CLAR hasta 1972; a partir de ese año las cosas cambiaron.

Incomprensiones

La línea pastoral de Medellín, reafirmada en Puebla, fue objeto de incompresiones que afectaron tanto a los pastores que trataron de poner en práctica sus orientaciones como a la CLAR, que quiso mantenerse fiel a este acontecimiento eclesial", aseguraban los religiosos en la citada carta.

La CELAM está presidido por Darío Castrillón Hoyos, un obispo opuesto, en opinión de medios eclesiásticos, a la teología de la liberación y que ha hecho numerosas objeciones a los proyectos de la CLAR. Precisamente el plan Palabra-Vida debía ser revisado por ambas instituciones.

El diagnóstico que han hecho los religiosos de sus problemas con Roma es el siguiente: "Es toda nuestra Iglesia la que está atravesando una noche oscura de contradicciones y de tribulaciones, esperando ansiosa y orante el amanecer de la resurrección".

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