Crítica:CINE

Subproducto de relleno

Los tiempos se han puesto difíciles para el cine italiano en su conjunto, y a pesar de los cambios generales que ha experimentado la producción de filmes de complemento, destinados en la actualidad casi exclusivamente al mercado del vídeo doméstico, de cuando en cuando emerge por los circuitos cinematográficos algún producto con deseos de obtener una rentabilidad extra, aunque sea modesta. Es el caso de esta nueva versión de las aventuras del inmortal marino de las Mil y una noches, encargada por una multinacional israelí, la Cannon, a un conspicuo cultivador del cine de deshecho...

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Los tiempos se han puesto difíciles para el cine italiano en su conjunto, y a pesar de los cambios generales que ha experimentado la producción de filmes de complemento, destinados en la actualidad casi exclusivamente al mercado del vídeo doméstico, de cuando en cuando emerge por los circuitos cinematográficos algún producto con deseos de obtener una rentabilidad extra, aunque sea modesta. Es el caso de esta nueva versión de las aventuras del inmortal marino de las Mil y una noches, encargada por una multinacional israelí, la Cannon, a un conspicuo cultivador del cine de deshechos como es el veterano Castellari. A pesar de que aquí se invoca un relato de Edgar A. Poe como fuente de inspiración (La noche mil dos de Sherezade, publicado en 1845 en la revista Ladys Book), lo cierto es que las dimensiones del filme son más que modestas, y la intriga está puesta el servicio de las habilidades gimnásticas de Lou Ferrigno, actor italoamericano que popularizó algunos años atrás a un personaje televisivo que respondía por La Masa.Como corresponde a un producto de estas características, cuya presencia en las carteleras se explica sólo por la proximidad de las vacaciones navideñas, el coste de la inversión es mínimo, la pobreza de los efectos especiales es tan sonrojante que se hace casi simpática, el elenco de actores está compuesto por perfectos desconocidos que, como es lógico, casi no actúan, ocupados como están en saltar y pelear a cámara lenta. Su público natural es una platea infantil sin demasiadas pretensiones, que no tenga tampoco ni los años ni el conocimiento como para poder comparar esta versión con, por ejemplo, el clásico y simpático monumento al kitsch que es el Simbad el marino, de Richard Wallace, con Douglas Fairbanks Jr., o El viaje fantástico de Simbad.

Simbad, el rey de los mares

Director: Enzo G. Castellari. Guión: Tito Carpi y Enzo Castellari. Italia-EE UU, 1989. Intérpretes: Lou Ferrigno, Stefania Girolami. Estreno en Madrid: cines Bilbao, Ciudad Lineal, Consulado, Liceo, Palacio de la Prensa, Regio, Victoria y Velázquez.

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