Tribuna:

Jóvenes con muchos humos

Fumaban y fumaban. En la cubierta del barco. En el bar. En los pasillos. Pretendían hacerlo también en los camarotes. Después del desayuno. De comer. De cenar. Entre horas... Bailaban salsa, y con el pitillo en la mano. Sonreíana las olas del mar, y con el pitillo asomado por la barandilla de estribor. También de babor. Allá donde había estudiantes españoles, una aureola de humo coronaba las cabezas. Y si por fortuna se hacía asequible, esos mismos estudiantes intentaban conseguir una copa clandestina.Convivieron 400 jóvenes a bordo del buque J. J. SisterGuanahani, que reprodujo ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Fumaban y fumaban. En la cubierta del barco. En el bar. En los pasillos. Pretendían hacerlo también en los camarotes. Después del desayuno. De comer. De cenar. Entre horas... Bailaban salsa, y con el pitillo en la mano. Sonreíana las olas del mar, y con el pitillo asomado por la barandilla de estribor. También de babor. Allá donde había estudiantes españoles, una aureola de humo coronaba las cabezas. Y si por fortuna se hacía asequible, esos mismos estudiantes intentaban conseguir una copa clandestina.Convivieron 400 jóvenes a bordo del buque J. J. SisterGuanahani, que reprodujo en septiembre el tercer viaje de Colón hacia el Orinoco. Doscientos preuniversitarios españoles y 200 de países latinoamericanos. Entre ellos, 10 californianos de habla hispana que, acostumbrados a la vasta campaña antitabaco viajera de los Estados Unidos, manifestaron con espanto su perplejidad ante tanto protagonista español del pitillo carretero. Y no sólo fumaban demasiado estos españoles, sino que no respetaban que a otros molestara la nube de alquitrán nicotinado.

Más información

Poco les queda. La nueva ley que prohibe la venta de tabaco en los colegios quizás ayude a frenar esa enloquecida dependencia que tanta atracción ejerce entre los escolares.

Archivado En