Crítica:CANCIÓN

La plenitud de Ana

Con el cartel de no hay localidades, la cantante y actriz Ana Belén presentó el primero de los recitales que, bajo el título -genérico de su último disco Rosa de amor y fuego, y la dirección de Miguel Narros, va a ofrecer hasta el primero de octubre, en el Teatro Español de Madrid. Fue el suyo un estreno estelar como mandan los cánones. Es decir, con un nutrido desfile de caras conocidas del mundo del espectáculo, los medios de comunicación y la política.Siguiendo el ritual de las representaciones teatrales, se apagaron las luces de la sala y se levantó el telón. Ana Belén, el cabello r...

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Con el cartel de no hay localidades, la cantante y actriz Ana Belén presentó el primero de los recitales que, bajo el título -genérico de su último disco Rosa de amor y fuego, y la dirección de Miguel Narros, va a ofrecer hasta el primero de octubre, en el Teatro Español de Madrid. Fue el suyo un estreno estelar como mandan los cánones. Es decir, con un nutrido desfile de caras conocidas del mundo del espectáculo, los medios de comunicación y la política.Siguiendo el ritual de las representaciones teatrales, se apagaron las luces de la sala y se levantó el telón. Ana Belén, el cabello recogido en una larga trenza, ajustados leotardos y body negros y una pequeña pañoleta de color rosa, entonó los primeros compases de la Niña de agua.

Ana Belén

Ana Belén (voz), Mariano Díaz (teclados), Antonio García de Diego (guitarra, teclados y voces), Sergio Castillo (batería), Fernando Illán (bajo), José Antonio Romero (guitarra), Andreas Prittwitz (saxo), Fernando McCatty (trombón), José Luis Medrano (trompeta) y Walter Fraza (percusión). Teatro Español. Madrid, 21 de septiembre.

El cuidado espacio escénico, creado por Gerardo Vera, sorprende por su funcionalidad y eficacia. Una tela que ocupa todo el campo de visión simula un muro de ladrillo. Su semitransparencia desvela unas sencillas estructuras metálicas en forma de andamio bajo las cuales se sitúan los músicos de la banda. Detrás, en un tercer plano, se proyectan sobre una pantalla sugerentes fotografías en blanco y negro u ocre.

En su parlamento inicial, Ana Belén recordó que hacía 25 años de casi todo: de su primer disco, del debú en ese mismo lugar. Estos breves comentarios, entre canción y canción, -"es el guión", comentó con una sonrisa- sonaron en ocasiones faltos de fluidez y naturalidad.

Lo cierto es que se la notó algo nerviosa. Sobre todo al principio. Hasta trastocó el orden de un par de canciones. Al término del concierto, daría las gracias a todos los que se habían dejado horas de sueño para que las cosas estuviesen a punto, añadiendo un expresivo "lo hemos conseguido".

Las primeras canciones de su nuevo disco se hicieron esperar. Una sabia decisión ésta de comenzar por los éxitos más antiguos. Juega así Ana Belén con la predisposición favorable de la audiencia, que siempre agradece escuchar aquello que ya conoce. Dijo que hace también 25 años empezó a soñar con Brasil. Desde que oyó por vez primera a Maysa, y luego a Chico y a Milton. Lo demostró con Que será, Faltando um pedaço o Balançé. Precisamente una canción infantil brasileña, una ciranda, marcó el final de los primeros 45 minutos. El segundo acto, que se prolongaría durante una hora, quedó conformado mayoritariamente por las canciones de su más reciente grabación.

Los músicos establecen el adecuado marco sonoro para un repertorio bastante heterogéneo. Cuentan con la suficiente contundencia en los temas rítmicos y la necesaria sutileza en los más suaves.

¿Y Ana? Cantó como nunca y su voz muestra una mayor variedad de registros que antaño. No posee ese carisma que sólo es patrimonio de los más grandes, pero sí cierto magnetismo y ha trabajado con talento para ocupar un lugar de privilegio en la música española. En esta ocasión se encontró con un público de amigos y conocidos que la acogieron con cariño. Aunque es fácil que conecte del mismo modo con la gente que acuda a verla y escucharla. Porque tiene el don de caer en gracia. Pero es que, además, al margen de las preferencias de cada uno, está en su plenitud.

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