Peligro de guerra civil tras la retirada vietnamita de Camboya

Vietnam, 10 años después de una costosa invasión, se retira de Camboya sin que se haya resuelto el conflicto interno y con el presagio de que pueda desencadenarse una guerra civil. Públicamente, las autoridades vietnamitas muestran confianza en la capacidad del Ejército regular camboyano, pero, en privado, confiesan el temor de que el Gobierno del primer ministro Hun Sen pueda verse metido en un atolladero tratando de contrarrestar la probable ofensiva de la resistencia, especialmente de los jemeres rojos.

El último contingente vietnamita -26.000 soldados, según Hanoi- comenzará hoy...

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Vietnam, 10 años después de una costosa invasión, se retira de Camboya sin que se haya resuelto el conflicto interno y con el presagio de que pueda desencadenarse una guerra civil. Públicamente, las autoridades vietnamitas muestran confianza en la capacidad del Ejército regular camboyano, pero, en privado, confiesan el temor de que el Gobierno del primer ministro Hun Sen pueda verse metido en un atolladero tratando de contrarrestar la probable ofensiva de la resistencia, especialmente de los jemeres rojos.

El último contingente vietnamita -26.000 soldados, según Hanoi- comenzará hoy, la retirada que debe haber finalizado el próximo martes, 26 de septiembre. A partir de esa fecha, Camboya puede adentrarse en un clima de afganización, según opinan fuentes diplomáticas occidentales en Hanoi.El régimen vietnamita, necesitado de urgente asistencia económica extranjera, está viviendo su propia perestroika, la do moi, que, como la de Gorbachov, avanza dificultosamente y produce serios desajustes sociales con consecuencias peligrosas para la estabilidad política.

Gran parte de los cuadros oficiales han viajado a Ciudad Ho Chi Min (la antigua, Saigón) y otros a la capital camboyana, Phnom Penh, para seguir de cerca una retirada que llega aguada tras el fracaso de la Conferencia de París del pasado agosto, donde ni el Gobierno provietnamita de Hun Sen ni la resistencia encabezada por el príncipe Norodom Sihanuk lograron ponerse de acuerdo sobre el actual nudo gordiano de la crisis, el papel que deben desempeñar los jemeres rojos, la facción más fuerte de las tres que integran la alianza opositora.

Para Hun Sen está claro que las huestes de Pol Pot no deben participar en un Gobierno de coalición que se encargaría de convocar elecciones; Sihanuk ha sostenido que la única manera de domesticar a los jemeres rojos sería haciéndoles participar en la reconstrucción del país. Más de un millón de camboyanos se estima que perdieron la vida como resultado de los excesos de la propia revolución cultural que Pol Pot estableció entre 1975 y 1979 y que Vietnam decidió descabezar invadiendo Camboya con 200.000 soldados y con la oposición china.

Pekín continua suministrando ayuda militar a los jemeres, aunque con la promesa de que dejará de hacerlo tan pronto como se haga efectiva la evacuación vietnamita.

El Gobierno chino comparte la tesis de la resistencia camboyana según la cual los vietnamitas mantendrán en Camboya más de 100.000 militares disfrazados de civiles.

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"Todo eso es falso. Puedo asegurar que a partir del día 27 no quedará ni un solo soldado de mi país en Camboya", afirma el general Man.

Otras fuentes militares vietnamitas dudan de la capacidad del Ejército camboyano para enfrentar los ataques de las tropas de Pol Pot y temen que el Gobierno de Hun Sen, que está movilizando la población entre 18 y 30 años, se vea desbordado. "Pienso que Camboya entra en una fase de guerra limitada sin que se vea una solución a corto plazo", declara un embajador europeo en Hanoi.

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