Crítica:

El más puro "belcantismo"

La Quincena Musical donostiarra ofreció el jueves en el teatro Victoria Eugenia un nuevo recital dedicado a la ópera. Los adictos llenaron el local para escuchar a nuestra seprano Enedina Lloris y al tenor galés Dennis O'Neill, que estuvieron excelentemente asistidos al piano por el donostiarra Alejandro Zabala.Fue una jornada preferentemente dedicada al más puro belcantismo y en el concepto podemos incluir sin inconvenientes a Mozart, gran melodista y compositor sustancialmente cantabile, incluso en sus obras instrumentales. Tras Ridente la calma y Un moto de Gioia, inici...

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La Quincena Musical donostiarra ofreció el jueves en el teatro Victoria Eugenia un nuevo recital dedicado a la ópera. Los adictos llenaron el local para escuchar a nuestra seprano Enedina Lloris y al tenor galés Dennis O'Neill, que estuvieron excelentemente asistidos al piano por el donostiarra Alejandro Zabala.Fue una jornada preferentemente dedicada al más puro belcantismo y en el concepto podemos incluir sin inconvenientes a Mozart, gran melodista y compositor sustancialmente cantabile, incluso en sus obras instrumentales. Tras Ridente la calma y Un moto de Gioia, iniciación de programa bastante comprometida que Enedina Lloris resolvió con encanto, en el máx exigente sentido del término, recibimos la visita de Rossini, Bellini, Don¡zetti, Verdi y Ponchielli.

El melancólico Bellini fue un genio de la melodía. Pocos supieron cantar con tan larga naturalidad y tan densa belleza. No es extraño que significara tanto para Chopin quien hizo mucho bellinismo en el piano y que gozara, también, de la admiración de Wagner. Frente a su invención trémula se alzaron los Rossini, y hablo en plural porque el músico de Pésaro alberga en sí mismo muy diversas potencias creadoras, la facilidad de Donizetti, un autor para el que cantar era como hablar, el magnífico Verdidel que los latinos debiéramos sentirnos tan orgullosos como los germanos de Wagner y uno de los grandes momentos del preverista Ponchielli: Cielo e mare de La Gioconda. '

Superar un recital de áreas y dúos operísticos, en los que la música ya es esencialmente teatro, resulta empeño dificil. Los cantantes han de resumir, de trecho en trecho, la caracterización de un personaje, el nudo de un conflicto y el estilo de un músico.

Encuentro

Lloris y O'Neill consiguieron el punto de encuentro en el que colifluyen aliento dramático, vocalidad lírica y representavividad teatral no sólo con mérito sino con verdadera belleza que asoma, para empezar, en el atractivo de sus voces. Tenor incisivo, gallardo y de brillantes agudos. él. Soprano capaz de aliar la fragilidad y la potencia, ella. Sus pianísimos se han perfilado notablemente y ha madurado su innata capacidad de comunicación.

Nadie se daba importancia divista en el escenario del Victoria Eugenia, pero el trío actuante mantuvo una línea musical y expresiva que cautivó a la audiencia, bien se tratara de Rigoletto, Elisir damore, Lucia, Luisa Miller, Tancredo o Gioconda. Las ovaciones obligaron a una propina, con lo que se renovó la presencia del operismo verdiano.

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