La vuelta de Luisillo
La casi total desaparición de las compañías privadas de danza española en los últimos 15 años -provocada por la irresistible subida de los costes y la succión de talentos y fondos que produjo la creación del Ballet Nacional- es una de las tragedias que empañan el supuesto renacimiento actual de la danza en el país: todo despegue que no se apoye en el afianzamiento de las formas autóctonas será un despegue en falso. Por eso la vuelta a los escenarios madrileños de una compañía como la de Luisillo, que ha sido un nombre clave en el desarrollo del ballet de estilo español, aparece revestid...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
La casi total desaparición de las compañías privadas de danza española en los últimos 15 años -provocada por la irresistible subida de los costes y la succión de talentos y fondos que produjo la creación del Ballet Nacional- es una de las tragedias que empañan el supuesto renacimiento actual de la danza en el país: todo despegue que no se apoye en el afianzamiento de las formas autóctonas será un despegue en falso. Por eso la vuelta a los escenarios madrileños de una compañía como la de Luisillo, que ha sido un nombre clave en el desarrollo del ballet de estilo español, aparece revestida de una especial importancia.La concepción coreográfica de Luisillo no es innovadora: su trabajo se apoya en un serio conocimiento de los distintos estilos de baile español, un buen aprovechamiento de la escena y una indudable vocación popular. Su Carmen, que abrió el programa, desarrollada en una serie de escenas cortas y sobriamente andaluzas, tiene una gran coherencia dramática, pero la actuación del conjunto se queda en el borde de la corrección, restando fuerza a la pieza, con una Carmen (Rocío Acosta) fogosa y sensual pero de recursos técnicos limitados.
Teatro de Danza Española
Carmen (Luisillo-Bizet). La trilla (Luisillo-flamenco). Dirección: Luis Pérez Dávila, Luisillo. Cuartel del Conde Duque, Madrid. Miércoles 12 de julio.
El cuadro flamenco La trilla cuenta con la espectacular presencia de la bailaora María Vivó, espléndida de genio y facultades, y los bailaores Juan Fernández y Adrián. Los tres -bien acompañados por guitarristas y cantaores- calentaron al público, que les dedicó, como al director, calurosas ovaciones.