FERIA DEL CABALLO

Penuria de sangre brava

Sólo destelló, por su bravura, el toro de Torrestrella, lidiado en segundo lugar. Se arrancó de largo cuatro veces al caballo, metiendo los riñones en los dos primeros puyazos y empujando menos en los dos picotazos postreros. Llegó a la muleta con la embestida larga y franca. El de Murube fue más encastado que bravo. Los demás acusaron más mansedumbre que otra cosa. Se supone que, a estas corridas, los ganaderos llevan lo mejor que les dicen sus libros. ¡Penuria de sangre brava!Ruiz Miguel no se centró en su primero, que tenía un buen lado izquierdo, e intentó torearlo al natural con el quitam...

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Sólo destelló, por su bravura, el toro de Torrestrella, lidiado en segundo lugar. Se arrancó de largo cuatro veces al caballo, metiendo los riñones en los dos primeros puyazos y empujando menos en los dos picotazos postreros. Llegó a la muleta con la embestida larga y franca. El de Murube fue más encastado que bravo. Los demás acusaron más mansedumbre que otra cosa. Se supone que, a estas corridas, los ganaderos llevan lo mejor que les dicen sus libros. ¡Penuria de sangre brava!Ruiz Miguel no se centró en su primero, que tenía un buen lado izquierdo, e intentó torearlo al natural con el quitamiedos de la espada. Lo mató de una inmejorable estocada. En la faena a su segundo parecía que iba a someterlo, pese al enojoso cabeceo, pero todo acabó en numerosos muletazos sin sustancia.

Concurso de ganaderías / Ruiz Miguel, Domínguez, Manili

Toros de Murube, Torrestrella (premio al más bravo), Murteira, Cebada, Sayalero y Torrealta, bien presentados. Ruiz Miguel: vuelta; aviso y ovación. Roberto Domínguez: vuelta; ovación. Manili: ovación; oreja.Plaza de Jerez, 6 de mayo. Tercera corrida de la Feria del Caballo.

Roberto Domínguez hizo una hermosa faena al Torrestrella. Los doblones fueron largos y templados, y los naturales, de trayectoria infinita. Con la derecha fueron más cortos pero con mucho mando y torería, cualidad que alcanzó mayor altura en los adornos y desplantes. La ejecución de la estocada fue perfecta, pero quedó algo desprendida, y al descabellar tres veces, rodilla en tierra, perdió la oreja. Al quinto, el mejor presentado, le enseñó el camino, con la derecha, en la primera tanda, pero ya la segunda no salió limpia.

El tercero llegó aplomadísimo a la muleta, por lo que la porfia de Manili no podía tener fruto. Al sexto empezó por pegarle siete naturales, con propósitos más didácticos que punitivos. Después vino el ojedismo, y las imitaciones no suelen ser buenas, máxime si no se tiene la personalidad del modelo. Lo mató de una gran estocada, y Manili obtuvo una oreja, merecidamente, habida cuenta de que había enseñado a embestir al toro.

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