Ni fumo ni bebo, ni ...

A tenor de lo último sobre la génesis de la impotencia, el Don Juan moderno debería convertirse a la moderación, a los hábitos vegetarianos y renunciar a cualquier tipo de drogas para preservar su capacidad. "Recomendamos a los jóvenes no fumar y limitar el consumo de grasas animales", concluía el doctor Julio Morales, del hospital Comandante Fajardo, de La Habana, tras exponer ante los asistentes al Congreso Mundial de Urología las significativas relaciones entre los factores de riesgo de daño arterial (como el alto nivel de grasas en sangre, el tabaco, la hipertensión o la diabetes) y la imp...

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A tenor de lo último sobre la génesis de la impotencia, el Don Juan moderno debería convertirse a la moderación, a los hábitos vegetarianos y renunciar a cualquier tipo de drogas para preservar su capacidad. "Recomendamos a los jóvenes no fumar y limitar el consumo de grasas animales", concluía el doctor Julio Morales, del hospital Comandante Fajardo, de La Habana, tras exponer ante los asistentes al Congreso Mundial de Urología las significativas relaciones entre los factores de riesgo de daño arterial (como el alto nivel de grasas en sangre, el tabaco, la hipertensión o la diabetes) y la impotencia. "Con la existencia de uno solo de los factores de riesgo ya es suficiente"."Cuando uno se pasa bebiendo, aumenta el deseo, pero disminuye la potencia y también la capacidad para eyacular", dice el urólogo español Jiménez Cruz, "aunque se crea lo contrario". "La factura que ha de pagar el bebedor habitual es la disminución o pérdida de la capacidad sexual", asegura.

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Ni siquiera fumar ayuda. "Consumir más de 20 cigarrillos al día por períodos prolongados producirá una lesión arterial y una pérdida de la capacidad sexual total o parcial", insiste Jiménez Cruz. Ni otras drogas, como la marihuana o el hachís. Tras un primer momento de euforia en que la droga favorece el encuentro sexual, existe pérdida progresiva de la potencia. "Además, el adicto recuerda que, al principio, la droga estimulaba su capacidad y consume más buscando aquel primer efecto".

"Hay una costumbre muy extendida en Estados Unidos que consiste en aplicar la cocaína directamente en genitales masculinos o femeninos. Se dice que produce un incremento de la sensación orgásmica. Pero puede provocar una erección prolongada y dolorosa que producirá alteraciones en el pene", insiste Jiménez Cruz.

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