Entrevista:

'Apartheid', cine y responsabilidad moral

Entrevista con Chris Menges y Shawn Slovo, director y guionista, de 'Un mundo aparte'

OCTAVI MARTÍ Chris Menges, director de Un mundo aparte, es un extraño cineasta debutante: ha ganado dos oscars y tiene tras de sí una larga carrera profesional. Hasta ahora era el director de fotografía de Roland Jofflé -La misión, Los gritos del silencio Ken Loach, Stephen Frears, Andrei Konchalovski y de centenares de documentales, algunos dirigidos por el propio Menges. "A principios. de los años sesenta estuve en Suráfrica con un equipo de televisión británica trabajando en un programa de World in action que mostraba la realidad del apartheid", explicó en una entrevista con este diario. "M...

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OCTAVI MARTÍ Chris Menges, director de Un mundo aparte, es un extraño cineasta debutante: ha ganado dos oscars y tiene tras de sí una larga carrera profesional. Hasta ahora era el director de fotografía de Roland Jofflé -La misión, Los gritos del silencio Ken Loach, Stephen Frears, Andrei Konchalovski y de centenares de documentales, algunos dirigidos por el propio Menges. "A principios. de los años sesenta estuve en Suráfrica con un equipo de televisión británica trabajando en un programa de World in action que mostraba la realidad del apartheid", explicó en una entrevista con este diario. "Mi responsabilidad se limitaba a cuidarme del encuadre, pero tuve la oportunidad de conocer aquello. Casi contemporáneamente se produjeron parte de los hechos que muestro en la película y que ha escrito. Shawn Slovo".

Esos hechos de los que habla Menges fueron vividos por Shawn, son parte de su auto biografía o, mejor aún, de la biografia de su madre, asesinada en 1982. "La mataron agentes del servicio secreto surafricano", afirma Shawn Slovo, "cuando ya vivíamos exiliadas en Mozambique. Ella y yo habíamos pasado épocas muy dificiles: ella, en carcelada y luchando contra el apartheid; yo, echando en falta una vida familiar como la de otras niñas. El asesinato me impulsó a escribir el guión, quise que la muerte de mi madre tuviera un sentido claro, que otra gente supiera lo que había sucedido y por qué".Menges es una persona que habla despacio, en voz baja, que casi parece pedir perdón cuando afirma algo de manera que él considera taxativa.

" En un principio, la productora me había contratado tan sólo como director de fotografia, pero luego, hablando con Sarali. Radclyffe, que era la responsable económica del proyecto, pude expresar el tipo de películas que me gustaría poner en escena, y A world apart era de ese tipo. Lo que no quería era tener que cuidarme también de la luz, y por eso elegí para ello a Peter Bizou, el colaborador habitual de Alan Parker, que es un profesional al que admiro, pero al que desconocía personalmente"

La película se ha rodado en Zimbabue, en la región de Bulawayo, porque era imposible plantearse A world apart en ese mundo aparte que realmente es Suráfrica. "Es una zona que conozco muy bien y sabía que era fácil convertirla en algo muy parecido a los suburbios de Johanesburgo. Además, lo que era más importante, siempre tuve junto a mí a Shawn, pues, ya que se trataba de su historia, quería que cuando necesitara hacer alguna modificación ella estuviese de acuerdo. Cuando se filma una historia auténtica tienes otro tipo de responsabilidad moral. Para mí, lo más importante es que cuando las personas de las familias cuya vida cuento vieron el filme se reconocieron en los intérpretes y la manera de exponer los hechos". La comparación con la menos que mediocre Cry freedom, de Richard Attenborough, es inevitable. Para Shawn Slovo, la cinta del sir inglés "es una ocasión desaprovechada. Pocas veces las películas de gran presupuesto pueden abordar temas importantes, y Attenborough se ha limitado a decir algo que todos sabemos y a hacerlo de manera académica". Menges se limita a precisar que él ha dispuesto de "un presupuesto siete veces inferior, de apenas dos millones de libras esterlinas".

La guionista afirma: "Para mí era muy importante poner alguna distancia entre el relato y mi vida. Por eso he cambiado los nombres de los protagonistas, he inventado algunas secuencias y personajes y, sobre todo, he mantenido como punto de vista narrativo el de una niña de 13 años, que da al relato una dimensión universal y concreta a un tiempo, pues, sin disminuir la dimensión política del filme, le da otra dimensión más humana".

Entre los proyectos futuros de Menges figura el dirigir una película sobre los problemas de alimentación en Suramérica y cuidarse de la fotograria de un proyecto de su amigo Ken Loach.

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