Cartas al director

Cárceles maravillosas

La carta del apologista incondicional de las cárceles cubanas y redactor de RNE especializado en información sobre América Latina José Manuel Martín Medem (véase EL PAÍS, 18 de septiembre de 1988) me ha dejado perplejo. ¿Entre los afortunados huéspedes de tantas cárceles maravillosas no habrá por ventura personas acusadas de delitos de pensamiento y opinión? ¿Sus delatores no habrán sido los espías de los comités de defensa de la revolución, que controlan, manzana por manzana, todo el territorio de Cuba? ¿Las diatribas que la Prensa regimentada cubana lanza contra Ricardo Bofill no traen macab...

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La carta del apologista incondicional de las cárceles cubanas y redactor de RNE especializado en información sobre América Latina José Manuel Martín Medem (véase EL PAÍS, 18 de septiembre de 1988) me ha dejado perplejo. ¿Entre los afortunados huéspedes de tantas cárceles maravillosas no habrá por ventura personas acusadas de delitos de pensamiento y opinión? ¿Sus delatores no habrán sido los espías de los comités de defensa de la revolución, que controlan, manzana por manzana, todo el territorio de Cuba? ¿Las diatribas que la Prensa regimentada cubana lanza contra Ricardo Bofill no traen macabras reminiscencias de las que la Prensa regimentada soviética lanzaba en otra época contra Bujarin, Zinoviev y Sajarov, hoy reivindicados? ¿El señor Martín Medem aprobaría que la televisión pública española divulgue palabras de Julio Anguita filmadas en secreto? ¿Se ruborizará el señor Martín Medem si un día el comunismo cubano abomina de Castro?La amenaza de que la perestroika y la glasnost desembarquen en Cuba preocupa a Castro mucho más que el arribo de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Si se abrieran las compuertas de la crítica y la oposición política internas, probablemente quienes dirían que no les gustan "las tentativas del comunismo" (al menos del comunismo esclerosado y brezneviano que se jacta de encarnar Castro) serían los habitantes de la isla, y no los periodistas extranjeros. La "miserable" comparación con Pinochet y Stroessner sólo dejará de ser válida cuando los cubanos puedan expresar libremente sus ideas y elegir a sus gobernantes.-

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