Crítica:

La amargura de los ángeles

Pablo Guerrero

Suso Saiz: guitarra eléctrica y arreglos. Miguel Herrero: guitarra sintetizada. Pedro Esteban: percusiones. Tino di Geraldo: batería. Billy Villegas: bajo. Jardines de Cecilio Rodríguez, Madrid, 17 de agosto.

¿,Será posible que también los áNgeles padezcan de amargura? Todo parece indicar que, efectivamente, sí. Los ángeles "tienen las voces rotas cuando cantan poemas que hablan de la vida". Y tienen ojos de amargura. Los ángeles son agridulces y, al contrario de lo que se pudiera pensar, no se andan con contemplaciones. Pablo Guerrero, artista melancóli...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Pablo Guerrero

Suso Saiz: guitarra eléctrica y arreglos. Miguel Herrero: guitarra sintetizada. Pedro Esteban: percusiones. Tino di Geraldo: batería. Billy Villegas: bajo. Jardines de Cecilio Rodríguez, Madrid, 17 de agosto.

¿,Será posible que también los áNgeles padezcan de amargura? Todo parece indicar que, efectivamente, sí. Los ángeles "tienen las voces rotas cuando cantan poemas que hablan de la vida". Y tienen ojos de amargura. Los ángeles son agridulces y, al contrario de lo que se pudiera pensar, no se andan con contemplaciones. Pablo Guerrero, artista melancólico y escarpado como la soledad, tiene, el talante de un ángel, de un santo o un bienaventurado. Es tan tímido que jamás osaría confesar su timidez.

Cuando sale al escenario parece que de algún modo está pidiendo disculpas y comprensión por tener que: subirse a un estrado ante tante gente. Desconoce la frivolidad. Esa mirada cordial y un poco triste oculta vendavales, ausencias, travesías del desierto, alma herida.

En los jardines de Cecilio Rodríguez tuvo un público como el que soñaba Carlos III para todos los vocalistas. Este recinto es sin duda el mejor que existe en Madrid para escuchar música con la luna por testigo. Guerrero ofreció un concierto basado sobre todo en los temas de su último disco, El hombre que vendió el desierto, en el que se recrea tanto en el texto como en la música. Conoce y utiliza los resortes del pop, del jazz, del rock and roll, y con todo ello arropa poemas de indudable calidad literaria. Ya no es aquel cantautor agazapado tras su guitarra; incluso se le nota un cierto acercamiento al gran público. Alguno de sus últimos temas, como Ángeles con ojos de amargura o Dama de cielo roto están entre las más bellas canciones del pop español. No faltó en la noche un místico libelo con aromas de mayo francés: "La vida es nuestra. ¡Paraíso ahora!". Pablo Guerrero.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En