Crítica:MÚSICA CLÁSICA

Cuatro estrenos españoles

La generación del 61 ataca de nuevo. José Luis Temes -también de la misma generación- dirigió con verdadera pericia, conocimiento de los estilos y lenguajes y firme voluntad declaridad, las cuatro obras seleccionadas, cada una de las cuales responde a supuestos estéticos, formales y sintácticos diferentes.Carlos Satué (Fabara, Zaragoza, 1958) propuso la partitura Olam Aba, basada en la eficacia de la gran masa orquestal y en un plan estructural que considera en diversas direcciones los distintos parámetros sonoros para llegar a unos resultados que tienen algo que ver con l...

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La generación del 61 ataca de nuevo. José Luis Temes -también de la misma generación- dirigió con verdadera pericia, conocimiento de los estilos y lenguajes y firme voluntad declaridad, las cuatro obras seleccionadas, cada una de las cuales responde a supuestos estéticos, formales y sintácticos diferentes.Carlos Satué (Fabara, Zaragoza, 1958) propuso la partitura Olam Aba, basada en la eficacia de la gran masa orquestal y en un plan estructural que considera en diversas direcciones los distintos parámetros sonoros para llegar a unos resultados que tienen algo que ver con las vanguardias de los años cincuenta.

Contrariamente, el gaditano Roberto Mosquera (El Puerto de Santa María, 1957) procede no por acumulación, sino por eliminación, en su movimiento para orquesta Tipheret o el sueño de la memoria. El discurso resulta coherente y de gran belleza en su juego de luces y sombras, objetivismo y subjetivismo, reminiscencia y transformación.

Segundo Panorama de Jóvenes Compositores

Orquesta Nacional de España. Director: José Luis Temes. Obras de Satué, Mosquera, Seco y Civilotti. Teatro Real. Madrid, 10 de junio.

Es bien conocida la personalidad de Manuel Seco (Madrid, 1958). Azahar A significa el final voluntario de un período o manera más austero, menos coloreado y, en suma, de menos efectividad comunicativa con el oyente. Se trata -como reconoce el propio compositor- de una música lúdica, de un mero ejercicio de puro juego, más estructural que tímbrico.

El argentino radicado en Barcelona, Alejandro Civilotti (1959), nos ofrece en su Primera sinfonía una construcción formal/dramática que tiende a acentuar lo expresivo dentro de unos patrones enraizados en principios tradicionales.

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