Tribuna:

La conspiración

La crisis de la construcción naval, el conflicto de los astilleros bilbaínos de Euskalduna, la falta de acuerdos y el incumplimiento de los tomados por parte de la Administración central, el desmantelamiento de la industria pesada de la margen izquierda de la ría del Nervión con unas estructuras obsoletas han provocado una respuesta social, pero también han hecho renacer el sentido nacional de la conspiración de Madrid contra nosotros, a la que tan dados somos en general los ciudadanos vascos y en particular algunos sectores, convencidos de que Madrid no descansa en la creación de artimañas co...

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La crisis de la construcción naval, el conflicto de los astilleros bilbaínos de Euskalduna, la falta de acuerdos y el incumplimiento de los tomados por parte de la Administración central, el desmantelamiento de la industria pesada de la margen izquierda de la ría del Nervión con unas estructuras obsoletas han provocado una respuesta social, pero también han hecho renacer el sentido nacional de la conspiración de Madrid contra nosotros, a la que tan dados somos en general los ciudadanos vascos y en particular algunos sectores, convencidos de que Madrid no descansa en la creación de artimañas con las que empobrecernos y desnaturalizarnos. Las acusaciones más reiteradas desde el nacionalismo fundamentalista son que la crisis de los astilleros obedece a razones políticas más que económicas, que se trata de arruinar a Euskadi para que políticamente sea más manejable y que se busca humillar la altivez de los vascos que se atreven a alzar la cabeza -como Lope de Aguirre, exactamente- frente al orgullo imperial de los españoles.Al margen de todas las manifestaciones de tipo social que se han producido, y que tampoco importan mucho a un sector del fundamentalismo radical, esto se suma a la renovación de los agravios producidos por la permanente conspiración contra nosotros que bulle en la cabeza de Madrid. Porque Madrid es un ente vivo, con una cabeza grande en la que sólo se maquinan maldades, un rostro cejijunto y avieso y unas enormes manos con las que dar bofetadas a quienes se oponen a su dominación. El problema de la droga es uno de los antecedentes más pintorescos de la situación actual. Los hay anteriores, como la vieja historia de que los trabajadores andaluces, castellanos y gallegos no llegaban a Euskadi en los años de la autarquía a trabajar porque en sus pueblos no tenían para subsistir más que un campo empobrecido y el País Vasco se encontraba en pleno desarrollo industrial, sino enviados como un ejército de ocupación para desnaturalizar Euskadi; trabajadores con los que Madrid no sólo intentó liquidar etnia y cultura vascas sino incluso, años más tarde, la cultura y la etnia alemanas, enviando millares de trabajadores españoles a ocupar esas tierras una vez fracasada la operación División Azul. El problema de la droga lo recogen numerosas pintadas, en las que se asegura que la heroína la traen a Euskadi los policías en sus mochilas para quebrar la resistencia física y moral de los jóvenes vascos; y eso no como negocio privado de alguna mafia parapolicial quizá existente, sino como operación planeada por Madrid. Lo que deja en el aire la pregunta de si es ETA la que introduce la droga en Vallecas para, en justa correspondencia, quebrar la resistencia de los jóvenes españoles; aunque habría que diferenciar entre una ocupación agresiva y colonial y una acción defensiva y revolucionaria.

En diversas ocasiones se han escuchado cosas como que la insistente y algo pelma ola de sevillanas que nos invade, igual que al resto de los pueblos del Estado español, es una maniobra del Gobierno, que envía a sus vanguardias tanto disfrazadas de policías como de bailarinas, pero con el mismo tesón e iguales propósitos. A lo que algún nacionalista español respondería que quizá entonces la invasión por la cocina vasca del resto del Estado sería una contraofensiva nuestra. Aunque en este caso y además de repetir lo .de que una ocupación es ofensiva y colonial y la reacción es defensiva y revolucionaria, desde mi punto de vista tienen más suerte los invadidos por nosotros, pues prefiero el bacalao al pil-pil al reiterativo sonsonete.

Pasando a palabras mayores, yo también he sido acusado de hablar en estas páginas contra ETA y no equiparar a esas condenas las respectivas y paralelas condenas a los GAL. Es el eterno mercado de la muerte. Un muerto de unos que contrapesa inmediatamente el muerto de otros. Todo demócrata condena por principio, y cuantas veces actúe, la existencia de una banda de gánsteres mercenarios y sus conexiones medio desveladas con los aparatos del Estado. Pero lo que está hundiendo a Euskadi es ETA y no los GAL. Quien ha llevado a cabo matanzas indiscriminadas ha sido ETA. No puede compararse la catástrofe, incluso económica, que ha producido ETA en Euskadi con los gastos sociales, económicos y políticos que han provocado las actuaciones de los GAL. Incluso, y aunque parezca cínico, si ETA sólo asesinara a gente de los GAL, de la misma manera que los GAL sólo asesinan a gente de ETA, se podría aceptar la pelea con un cierto distanciamiento. Pero no se trata de eso. Lo que sucede es que los GAL, además de asesinar, cobrar por ello e involucrar a aparatos del Estado, suponen una estupidez política. Los GAL son ahora, incluso sin funcionar, la última trinchera de la tercera línea de resistencia de ETA. La de las gentes decentes que, aunque comprenden íntimamente a "los chicos", ya no pueden justificarlos, pero sí desvirtuar el problema preguntando cada vez que se: condena a ETA: "Sí, pero ¿y los GAL?".

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Ni los empresarios vascos ni los niños de Zaragoza creen que es lo mismo una cosa que otra. Desde una perspectiva del Estado de derecho, es más gra ve la aparición y mantenimiento de los GAL si la realidad corresponde a las pistas que se poseen y a las evidencias que flotan. Pero ni su continuidad ni sus efectos son comparables con la catástrofe producida por ETA. Porque ETA no sólo mata y secuestra, no sólo extorsiona y,chantajea con su impuesto revolucionario, sino que está rom piendo la conciencia de la sociedad civil al crear en amplías ca pas del pueblo vasco una conciencia militarista y antidemocrática.

Pero todo se hace y se dice paraconspirar contra Euskadi, desde la reconversión de Euskalduna hasta las sevillanas. Es real la inquina hacia lo vasco que se puede palpar en algunos medios políticos de fuera de Euskadi, pero eso no justifica el victimismo enmascarador de los problemas reales ni el que vivamos en constante recelo ante esa "conspiración permanente" contra nosotros, que algunos, más que detectar, deseanan que existiese para explicar también nuestros errores y nuestras carencias. Es cierto que ante cualquier proyecto vasco de libertad acechan,ciertos lobos, pero eso no justifica que nuestra caperucita autonómica siga, a su edad, dando saltitos por el bosque sintiéndose constantemente acechada.

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