Entrevista:

Estreno en Madrid de 'Julio César' en plenos 'idus' de marzo

Lluís Pasqual dirige una versión libre de la tragedia de Shakespeare en el Centro Dramático

Coincidiendo con los idus de marzo (luna llena), fecha nefasta para cualquier actividad política o profesional -según el rey de los sacrificios, que en la Roma republicana interpretaba el calendario lunar-, el Centro Dramático Nacional estrena el próximo martes Julio César, la célebre tragedia shakespeariana, en versión castellana de Manuel Vázquez Montalbán, con escenografía de Fabià Puigserver y dirección de Lluís Pasqual, cuyo montaje de El público iniciará una nueva gira en Gerona el próximo día 27. Pasqual, por otra parte, no rechaza la posibilidad de regresar a Barcelona e incorporarse a...

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Coincidiendo con los idus de marzo (luna llena), fecha nefasta para cualquier actividad política o profesional -según el rey de los sacrificios, que en la Roma republicana interpretaba el calendario lunar-, el Centro Dramático Nacional estrena el próximo martes Julio César, la célebre tragedia shakespeariana, en versión castellana de Manuel Vázquez Montalbán, con escenografía de Fabià Puigserver y dirección de Lluís Pasqual, cuyo montaje de El público iniciará una nueva gira en Gerona el próximo día 27. Pasqual, por otra parte, no rechaza la posibilidad de regresar a Barcelona e incorporarse al equipo que lleva adelante el proyecto del Teatre Lliure-Teatre Públic de Barcelona.

Pregunta. Después de Lorenzaccio, Lorenzaccio, una adaptación libérrima del drama de Musset que abrió la temporada del Lliure, presenta usted ahora una tragedia. que, a su vez, gira en torno al poder, a la ambición; en una palabra, a la política y los políticos. ¿Se trata de una pura coincídencia?Respuesta. Sí, hay coincidencia, en efecto. Lorenzaccio, Lorenzaccio, encarna una opción individual frente al poder, mientras que la tragedia de Shakespeare es una reflexión sobre los mecanismos de la ambición desde el propio poder. Pero, como usted bien dice, se trata de una pura coincidencia. Después de montar El público, en el que tanto se insiste sobre la destrucción del teatro, el cuerpo me pedía algo ligero, una comedia, un Goldoni, algo para desintoxicarme. Pero, por otra parte, deseaba también un texto que me exigiese un enfrentamiento con los actores, una obra esencialmente de actores, y qué mayor enfrentamiento que montar Julio César, una obra anticlímax, narrativa, en que cada escena te explica lo que ocurrirá en la siguiente, en la que el públizo sabe ya lo que pasará porque conoce la historia o ha visto la película. Un texto duro, con un lenguaje difícil, al que los actores se han de agarrar, literalmente, como única arma.

P. El reparto desempeña, pues, un papel decisivo...

R. Así es. Para interpretar el personaje de Julio César contaba, en un principio, con Rodero, pero su compromiso con Tamayo (Enrique IV, de Pirandello) le ha impedido incorporarse al reparto. Ahora, Carlos Lucena es Julio César. Un personaje contradictorio: hay estudiosos que lo ven como una caricatura; otros, todo lo contrario. Pero lo cierto es que, a pesar de sus pocas escenas, su presencia domina toda la obra; está presente sobre el escenario como encarnación del poder, del antiguo régimen, un régimen antidemocrático, del padre, de la insolencia, de la ambición... El actor que lo interprete tiene que olvidarse de todo ello, deshacerse de ese peso... En cuanto a los restantes principales personajes, Marco Antonio es el pensado en un principio: el actor argentino Miguel Angel Sola, una especie de Alfredo Alcón en joven, inédito en los escenarios españoles, si bien se le ha podido ver en algunos filmes. Es un actor con una sólida experiencia, cubierto de galardones internacionales. Emilio Gutiérrez Caba es Bruto, y Walter Vidarte, es Casio. Por lo que respecta a las mujeres, Mercedes Sampietro hace la Porcia y Montserrat Salvador es Calpurnia. Papeles extraños los de esas mujeres. Hay quien dice que si desapareciesen del reparto no ocurriría nada. Yo soy de la opinión contraria: gracias a ellas, gracias a eso que se denomina la importancia del tálamo, Shakespeare nos muestra la intimidad del político, su parte humana. Sin ellas, sin sus respectivas escenas, sólo veríamos al político, cerrado en su mundo, lejos de la realidad. Pienso que la escenografía de Fabià muestra muy bien ese mundo aislado, preso en las paredes del Capitolio.

P. ¿Cómo es la versión que se presenta?

R. Reducida a 15 personajes con nombres y apellidos y siete ciudadanos. Y reducido también el texto en un 30%. En ese sentido, he llevado a cabo, con la ayuda de Vázquez Montalbán, un trabajo parecido al que hice con Lorenzaccio, Lorenzaccio. Vázquez Montalbán ha realizado una versión muy limpia; ha dejado la retórica romana y ha quitado la barroca, evitando que el público, se pierda a través del lenguaje. La traslación a otra época, a otro paisaje, resulta imposible: el lenguaje no te lo permite, Roma está ahí y no te la puedes ahorrar; aunque, eso sí, hemos aligerado un poquitín su peso. Los personajes visten de gris, con corbata, como los políticos, y del mismo modo que un juez se iáste la toga, ellos se cubren de blanco en sus tareas senatoriales, de negro cuando conspír an y con una capa militar cuando hacen la guerra. Al principio puede chocar, pero a los dos minutos te Olvidas...

Gira con dificultades

P. Hábleme de la próxima gira de El público.R. Del 27 al 29 de marzo estairemos en Gerona. El 6 de abril debutaremos en París, en el Odeón, donde ofreceremos nueve fúnciones, y de allí nos iremos a Valencia, para luego mostrar el espectáculo en Sevilla y Barcelona. Luego regresaremos a Madrid y cerraremos la temporada en jufio con este espectáculo. Ha habido dificultades, muchas dificultades, con esa gira, que en principio debía abarcar otras capitales europeas e incluso Nueva York; dificultades de presupuesto, y sobre todo dificultades en lo referente a las ordenanzas de bomberos de ciertos países, que no encajan con un espectáculo de las características de El púbko. Hay muy pocos teatros europeos en que pueda mostrarse nuestro espectáculo, que obliga a una cierta transformación de la sala.

P. El pasado día 10 se presentó en Barcelona la Fundación Teatre Lliure-Teatre Públic de Barcelona. ¿Cuándo piensa usted incorporarse a su equipo director?

R. Yo no he dejado en ningún momento de interesarme por ese proyecto, todo lo contrario. Lo que ocurre es que, debido a mi trabajo en Madrid y a una serie de compromisos, no he podido dedicarle todo el tiempo que hubiese deseado. Pero en el Lliure saben, y así siempre lo he manifestado, que cuando se me pida una mayor dedicación, una dedicación plena, yo lo dejaré todo y me marcharé a Barcelona.

P. ¿Está prevista la incorporación del Lliure al Teatro de Europa, como sede catalana de dicho teatro?

R. Está previsto, he hablado de ello con Strehler. Lo que ocurre es que el Teatro de Europa se halla en un momento delicado. Hemos de ver qué ocurre con las elecciones presidenciales en Francia.

P. En cuanto a sus proyectos inmediatos...

R. Estrenar Julio César, realizar la gira de El público y después descansar. La pasada temporada fue muy bestia, y aunque me siento muy recuperado físicamente del estrés que tuve, preciso de un reposo mental. He deshecho cuantos compromisos inmediatos tenía. No sé lo que haremos la próxima temporada. Hay, eso sí, que inaugurar con un montaje de José Carlos Plaza cuyo título todavía está por decidir. Soy consciente de que un centro dramático es un sitio al que hay que ir con la maleta hecha, como dice mi padre. No sé si seguiré aquí, ni si me marcharé a Barcelona..., sólo sé que necesito descansar.

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