El mejor baile

Mario Maya, de rodillas al rematar un memorable baile por alegrías, recibió la mayor ovación que seguramente se ha llevado el flamenco en Asturias.El baile de Maya es en verdad un prodigio de armonía y belleza, el más hermoso baile flamenco hoy posible. En él no hay un átomo de improvisación, y sin embargo parece fluir fresco y espontáneo, como lo más fácil del mundo. Es una levedad, una ligereza que casi lo hacen irreal. Llega un momento en que no, nos interesa analizar lo que vemos, nos entregamos sin más a su magia, a la sensación de que somos testigos privilegiados de una maravilla irrepet...

Mario Maya, de rodillas al rematar un memorable baile por alegrías, recibió la mayor ovación que seguramente se ha llevado el flamenco en Asturias.El baile de Maya es en verdad un prodigio de armonía y belleza, el más hermoso baile flamenco hoy posible. En él no hay un átomo de improvisación, y sin embargo parece fluir fresco y espontáneo, como lo más fácil del mundo. Es una levedad, una ligereza que casi lo hacen irreal. Llega un momento en que no, nos interesa analizar lo que vemos, nos entregamos sin más a su magia, a la sensación de que somos testigos privilegiados de una maravilla irrepetible.

El bailaor transmite su tremenda autoexigencia a cuantos con él trabajan. Nunca vimos a La Toná bailar tan bien. Y Belén Maya, hija de Mario y de la malograda Carmen Mora, se abre a un camino lleno de esperanzas.

Morente abrió por tonás, dejando constancia de su capacidad para ejecutar los cantes más duros y difíciles, y después se entregó a los estilos rítmicos por completo. Su serie sobre los llamados cantes de ida y vuelta, en los que profundiza, fue para mí lo más interesante.