Crítica:CINE

El gran terror

Hace ocho años se estrenó en versión doblada esta excelente película, que en un marco muy original de relato de ficción científica introduce, con consumada habilidad e integración mutua sin fisuras, un desarrollo no menos original de un esquema clásico de filme de terror.Si la película mereció verse entonces, mucho más lo merece hoy, que se exhibe en versión no doblada. La banda sonora de este filme es de ésas que hay que mimar, que resulta poco menos que intocable, porque todo en ella está orquestado con minuciosidad y sentido de la unidad. Gana mucho Alien con sus sonidos originales....

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Hace ocho años se estrenó en versión doblada esta excelente película, que en un marco muy original de relato de ficción científica introduce, con consumada habilidad e integración mutua sin fisuras, un desarrollo no menos original de un esquema clásico de filme de terror.Si la película mereció verse entonces, mucho más lo merece hoy, que se exhibe en versión no doblada. La banda sonora de este filme es de ésas que hay que mimar, que resulta poco menos que intocable, porque todo en ella está orquestado con minuciosidad y sentido de la unidad. Gana mucho Alien con sus sonidos originales.

No es Alien una película tan seria y conseguida como lo fue la siguiente obra de Ridley Scott, Blade Runner, pero hay talento en toda ella, como lo hay en cada una de sus partes, que con frecuencia alcanzan gran rareza visual, gracias a los grandiosos, lúgubres y siempre formidables decorados sobre los que transcurre, y en los que la cámara -llena de precisión- de Scott se mueve a sus anchas, con una soltura infrecuente.

Alien, el octavo pasajero

Dirección: Ridley Scott. Estados Unidos, 1979. Intérpretes: Sigourney Weaver, Tom Sherrit, Veronica Cartright. Estreno (en versión original subtitulada) en Madrid: Real Cinema.

No ha perdido capacidad de fascinación este filme terrible, tenebroso y, no obstante, de desarrollo claro y lleno de emoción. Se ve en un suspiro y su aparatoso pesimismo no resulta artificioso. Scott domina las convenciones e instala el lado original del filme en moldes conocidos y bien probados por el ácido del paso del tiempo, que no ha enmohecido a este filme, uno de los más medidos y serios de la ola de ficciones científicas de gran espectáculo posteriores a la fundacional 2001, de Kubrick.

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