'JAZZ'/ MÚSICA CLÁSICA

Una unión fructífera

Con el éxito del saxofonísta Pedro Iturralde en su actuación junto a la Orquesta Bética Filarmónica de Sevilla se ha puesto de manifiesto, una vez más, la proximidad entre dos formas de hacer -decir- música: el jazz y la denominada genéricamente clásica.Seducidos por ambos lenguajes, aparentemente dispares, compositores como Gershwin, Kurt Weill, Hindemith o Stravinski; intérpretes como el clarinetista Benny Goodman, el pianista Friedrich Gulda o el mismo Iturralde han desarrollado su actividad en ambas estéticas.

Pionero jazzístico en España, intérprete autodidacta, profesor del...

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Con el éxito del saxofonísta Pedro Iturralde en su actuación junto a la Orquesta Bética Filarmónica de Sevilla se ha puesto de manifiesto, una vez más, la proximidad entre dos formas de hacer -decir- música: el jazz y la denominada genéricamente clásica.Seducidos por ambos lenguajes, aparentemente dispares, compositores como Gershwin, Kurt Weill, Hindemith o Stravinski; intérpretes como el clarinetista Benny Goodman, el pianista Friedrich Gulda o el mismo Iturralde han desarrollado su actividad en ambas estéticas.

Director yugoslavo

Pedro Iturralde y la Orquesta Bética Filarmónica

Pedro Iturralde, saxófono. Orquesta Bética Filarmónica. Director: Igor Kuljevic. Obras de Weber, Glazunov, Iturralde, Brahms y J. Strauss. Iglesia de El Salvador. Sevilla, 19 de diciembre.

Pionero jazzístico en España, intérprete autodidacta, profesor del conservatorio de Madrid, Pedro Iturralde goza del mismo prestigio en ambos cosmos estéticos. Si en el mundo del jazz ha tocado junto a figuras como Miles Davis, Sarah Vaughan o Tete Montoliú, en el clásico ha actuado bajo la batuta de directores de la talla de Celebidache, Markevitch o López Cobos. Con este último director participó en la reciente gira de la Orquesta Nacional por Japón.En esta ocasión ha sido dirigido por el director yugoslavo Igor Kuljevic. Asistente de Antonio Janigro en el conjunto Solistas de Zagreb, Kuljevic ha realizado un eficaz trabajo con la Orquesta Bética Filarmónica, logrando que sonase -dentro de sus limitaciones- empastada, afinada y con un claro criterio interpretativo, transmitido por el director la Orquesta.Lástima que los agradables valses de Johann Strauss o las manidas Danzas húngaras de Brahms, que integraban la segunda parte del programa sevillano, no sirvieran para mostrar plenamente la dimensión musical que se entrevé en el director yugoslavo.

Antes, en la primera parte, Iturralde mostró su virtuosismo técnico y sabiduría musical interpretando el Concierto para saxofón y orquesta de cuerda, opus 109, de Glazunov, una de las primeras obras clásicas escritas para saxofón. Instrumento típicamente jazzístico, creado por Adolphe Sax en 1845, el saxo ha sido empleado, entre otros compositores, por Bizet, Massenet y Richard Strauss, quien en su Sinfonía doméstica introdujo un cuarteto de saxofones.

Pedro Iturralde concluyó su actuación sevillana interpretando una obra propia: Pequeña ozarda. Pieza melódica, nostálgica y de sugerente melancolía, en ella Iturralde parece querer rendir homenaje a la figura de un habitual intérprete de saxofón: el payaso.

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