CITA EN WASHINGTON

España intenta ahora frenar a los aliados partidarios del rearme convencional

La satisfacción con que el Gobierno español ha recibido el acuerdo de EE UU y la URSS para eliminar los misiles de alcance intermedio (INF) es paralela a la preocupación con que el Ejecutivo percibe las prisas que algunos aliados tienen en buscar fórmulas para compensar en el escenario europeo el supuesto desequilibrio de fuerzas, sobre todo convencionales, entre ambos bloques. Entre otras razones, porque a España le correspondería asumir en su propio territorio alguna de esas compensaciones.

La satisfacción se deriva ya sin entrar en valoraciones políticas o militares más profundas, de...

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La satisfacción con que el Gobierno español ha recibido el acuerdo de EE UU y la URSS para eliminar los misiles de alcance intermedio (INF) es paralela a la preocupación con que el Ejecutivo percibe las prisas que algunos aliados tienen en buscar fórmulas para compensar en el escenario europeo el supuesto desequilibrio de fuerzas, sobre todo convencionales, entre ambos bloques. Entre otras razones, porque a España le correspondería asumir en su propio territorio alguna de esas compensaciones.

La satisfacción se deriva ya sin entrar en valoraciones políticas o militares más profundas, del hecho de que las dos superpotencias han decidido eliminar una categoría de armas que incluía a toda España -también Canarias- bajo su radio de acción.En el ámbito nuclear, la OTAN, y concretamente el denominado Grupo de Alto Nivel (HLG), estudia en estos momentos cuáles pueden ser las citadas fórmulas de compensación. Teóricamente, los expertos militares ya han llegado a proponer que el territorio español sea utilizado para reforzar otros sistemas nucleares no incluidos ni en el acuerdo firmado en Washington ni en otros probables en un inmediato futuro. Así, autoridades de la Alianza comunicaron hace escasos meses a las españolas que mandos militares de la OTAN eran partidarios de que aviones F-111 norteamericanos con capacidad nuclear tuvieran su base en España.

Esa posibilidad fue rechazada inmediatamente por el Gobierno español, como lo será cualquier otra que suponga la introducción en España, país no nuclear, de ingenios o sistemas susceptibles de ser empleados en una confrontación a esa escala.

Ya en el ámbito multilateral, el Gobierno español, según los escasos estudiosos de estos asuntos en el Ejecutivo, intentará frenar la aparente histeria de algunos aliados por reforzar y modernizar otros sistemas nucleares no incluidos en los acuerdos, y apoyará decididamente la reducción en un 50% de los misiles intercontinentales, cuyo acuerdo puede firmarse en la primavera próxima.

Con respecto a los misiles con alcance inferior a los 500 kilómetros, el Gobierno aún no ha definido su postura oficial, pero se muestra partidario de respetar las tesis que sostenga la República Federal de Alemania (RFA) -defensor en principio de reducir también estos sistemas-, por tratarse del país más afectado, y prácticamente en exclusiva, por este tipo de artefactos. Como filosofia global, sin embargo, España apoyará las propuestas tendentes a disminuir el arsenal nuclear.

Los problemas más complejos

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Es en el ámbito convencional donde los problemas entre los aliados son más complejos. Frente a una mayoría de países partidarios de incrementar y mejorar las armas convencionales, España mantiene el criterio de que también en este terreno deben negociarse reducciones para alcanzar los niveles más bajos posibles, especialmente en los sistemas basados en tierra. Esta reducción en el escenario europeo encajaría además con el programa de modernización del Ejército español de Tierra (META), que incluye una profunda reducción de ese ejército.Paralelamente a estas reducciones de sistemas deseadas por España -que incluyen también la eliminación de las armas químicas-, el Gobierno, como ha repetido varias veces el titular de Defensa, Narcís Serra, defiende que ambos bloques participen en la búsqueda de fórmulas de confianza mutua -no sólo militares, sino también políticas- en la que esté basado un progresivo proceso de distensión.

El presidente del Gobierno, Felipe González, resumió las tesis españolas en el telegrama enviado a Reagan y Gorbachov tras la firma del acuerdo INF, recogidas también en el comunicado del Ejecutivo. "El Gobierno aspira a que se inicien en 1988 negociaciones para desarrollar nuevas medidas de confianza y mejorar la estabilidad convencional a niveles de fuerzas más bajos que los actuales".

Dentro de esta filosofía, el Gobierno entiende que encaja también, aunque se trate de un problema bilateral, la prevista retirada de España de los 72 F-16 estadounidenses.

Es justamente una interpretación contraria la que dan a este problema otros aliados: España no debe pretender la retirada de esos aviones -con capacidad nuclear- porque Europa quedará debilitada tras la firma del acuerdo INF.

El pasado junio el Gobierno declaró que el acuerdo sobre INF no incidía "en absoluto" en las negociaciones sobre el futuro de las bases. Hoy los pocos expertos en esta materia opinan lo contrario.

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