Crítica:DANZA

Danza macabra

La compañía de danza Cesc Gelabert y Lydia Azzopardi ha inaugurado en la Sala Olimpia, de Madrid, el ciclo Fronteras de¡ Teatro con un espectáculo basado en el Réquiem de Verdi.Se trata de una danza macabra, o baile de muertos en que los siete bailarines que forman la compañía representan cadáveres que salen de sus nichos -el decorado único, de Puigcerver, está constituido por una pared de nichos- y evolucionan por la escena durante la hora y cuarto que dura el espectáculo, solos o acompañados de una docena de figurantes enlutados que componeti un cortejo fúnebre de vivos.
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La compañía de danza Cesc Gelabert y Lydia Azzopardi ha inaugurado en la Sala Olimpia, de Madrid, el ciclo Fronteras de¡ Teatro con un espectáculo basado en el Réquiem de Verdi.Se trata de una danza macabra, o baile de muertos en que los siete bailarines que forman la compañía representan cadáveres que salen de sus nichos -el decorado único, de Puigcerver, está constituido por una pared de nichos- y evolucionan por la escena durante la hora y cuarto que dura el espectáculo, solos o acompañados de una docena de figurantes enlutados que componeti un cortejo fúnebre de vivos.

El Réquiem, realizado en coproducción con el Teatro Lliure de Barcelona, es la obra más ambiciosa de las intentadas hasta ahora por Gelabert y Azzopardi.

Companya de Dansa de Cesc Gelaberet y Lydia Azzopardi

Réquiem (Gelabert/Azzopardl/Verdi). Escenograría y vestuario: Fabiái Pulgcerver. Diseño de luces: Lluís Pasqual. Bailarines: Helena Berthellius, Francesc Bravo, Cesc Gelabert, Mónica Goday, Lola Sagarra, Adolfo Vargas y Ana Xena. Coproducción Teatre Lljure. Coreografía y dirección: Cesc Gelabert y Lydia Azzopardi. Sala Olimpia. Madrid, 22 de octubre.

El espectáculo, que tiene algunos momentos bellos y sugerentes, en los desencuentros entre los, vivos y los muertos y la llegada de una nueva inquilina a los nichos, así como en el desarrollo dinámico de algunas escenas queda pronto desbordado por la grandiosidad de la música, a la que no hacen frente la coreografía y la técnica del grupo. El macabrismo y los efectos de la estética sucia, los que más fuerza tienen, van perdiéndose en ejercicios extenuantes para los bailarines, de manera que paulatinamente se hace más dificil mantener la tensión dramática. El público siguió con interés el espectáculo y aplaudió complacido al final.

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