Crítica:CINE

Comedia a ratos

Es este el primer estreno español de la nueva temporada cinematográfica.Presentada en pleno mes de agosto, que es una mala fecha para una comedia dura y con respiraderos de humor negrísimo, El pecador impecable ha remontado el fardo de la mala fecha de su presentación y se mantiene en las carteleras.

La película tiene sobre el papel indudables atractivos, y pese a que el resultado sólo funciona a ratos, conserva no obstante virtudes, lo que hace de ella una obra desequilibrada, con cosas muy buenas, otras que no lo son y, finalmente, con un balance global inferior al de su...

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Es este el primer estreno español de la nueva temporada cinematográfica.Presentada en pleno mes de agosto, que es una mala fecha para una comedia dura y con respiraderos de humor negrísimo, El pecador impecable ha remontado el fardo de la mala fecha de su presentación y se mantiene en las carteleras.

La película tiene sobre el papel indudables atractivos, y pese a que el resultado sólo funciona a ratos, conserva no obstante virtudes, lo que hace de ella una obra desequilibrada, con cosas muy buenas, otras que no lo son y, finalmente, con un balance global inferior al de sus partes. Estas partes a veces funcionan bien. En cambio, el conjunto floja.

La impresión es que los factores más creativos -novela original, guión, dirección e interpretación- no están conjuntados y que cada uno va por su lado, como ingredientes adosados unos a otros, pero no fundidos entre sí.

El pecador impecable

Director: Augusto M. Torres. Guión: Rafael Azcona y Augusto M. Torres, basado en la novela de Manuel Hidalgo. Fotografía: Juan Amorós. Música: Alejandro Masso. Montaje: Pablo G. del Amo. Producción: Andrés Vicente Gómez y Amparo Bárcena. Intérpretes: Alfredo Landa, Chus Lampreave, Queta Claver, Julieta Serrano, Saza, Diana Peñalver, Alicia Sánchez, Rafaela Aparicio, Tomás Zorí, Manuel Zarzo, Sofía Cifuentes.Estreno en Madrid: cine Palacio de la Música, sala 2.

A la novela se sobrepone un guión que acentúa a veces con sacacorchos sus aspectos hilarantes y sórdidos; la dirección parece planeada por encima del guión, y los intérpretes, que cada uno por su cuenta ejecutan bien su cometido -sobre todo Landa, Zorí y Julieta Serrano-, no están bien interrelacionados, por lo que su conjunto es un añadido de actuaciones sin unidad.

De esto salen a relucir inconsecuencias. La primera es que la película, que empieza a crecer rápidamente en interés, se estanca de pronto.

La segunda es el desajuste que se crea entre lo que ocurre en la pantalla y cómo está filmado eso que ocurre, pues escenas de humor negro muy trepidantes están captadas por una cámara que abusa del plano largo -poco adecuado para un guión con tonos de farsa- y que no participa en esa trepidación, sino que se mantiene con una lejanía que frena la ligereza de ritmo que pide una comedia.

De ahí la morosidad que salta de una historia llena de veloces acontecimientos; la frialdad con que asistimos, sin lograr participar, a una historia caliente, y el hecho de que junto a escenas muy bien conseguidas -la del mercado de sellos y la del encuentro de Landa con la muchacha de los patines en una acera del Madrid nocturno, entre otras- las haya con mucho menos gancho, lo que produce graves vaivenes en la atención del espectador.

Augusto M. Torres es un buen cineasta, y lo ha demostrado en algunos memorables cortometrajes.

En esta su primera incursión en la duración larga se nota que domina las formas cortas -ahí están esas excelentes escenas citadas-, pero que se le escapan hilos en la composición, la continuidad y el ritmo.

Y El pecador impecable, por esta razón, ofrece en su planteamiento más de lo que da en su final.

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