Crítica:CINE

Tal como éramos

Otra píldora para suavizar nuestra gastritis nostálgica; en esta ocasión, de rango literario sonoro: Stephen King. Un Stephen King por una vez no terrorífico, aunque sí escalofriante, puesto que de un retroceso mental a nuestra mal moldeada adolescencia -o la de aquellos chicos de Castle Rock, Oregón- se trata. Por supuesto, el latigazo retroactivo entronca, como de costumbre, con aquellos pequeños momentos que se pretenden decisivos y cuyo valor el tiempo idealiza.Aquellas correrías por el puente delante del tren -cuyo maquinista debía ser un sádico inconfeso o desconocer la palanca del freno...

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Otra píldora para suavizar nuestra gastritis nostálgica; en esta ocasión, de rango literario sonoro: Stephen King. Un Stephen King por una vez no terrorífico, aunque sí escalofriante, puesto que de un retroceso mental a nuestra mal moldeada adolescencia -o la de aquellos chicos de Castle Rock, Oregón- se trata. Por supuesto, el latigazo retroactivo entronca, como de costumbre, con aquellos pequeños momentos que se pretenden decisivos y cuyo valor el tiempo idealiza.Aquellas correrías por el puente delante del tren -cuyo maquinista debía ser un sádico inconfeso o desconocer la palanca del freno-, aquellas noches a la luz del fuego improvisado, aquellos enfrentamientos con la pandilla de rigor -capitaneada por Kiefer Sutherland, tan malvado como su padre en Novecento, tan parecido a él fisicamente- y, sobre todo, el espíritu heroico de estos mocosos caballeros a la búsqueda del Santo Grial -un cadáver, en realidad- que les haga hombres.

Cuenta conmigo

Director: Rob Reiner. Intérpretes: Wil Wheaton, River Phoenix, Corey Feldman, Jerry O'Connell, Kiefer Sutherland, Richard Dreyfuss. Guion: Raymond Gideon, Bruce A, Evans, de la novela The body, de Stephen King.Fotografía: Thornas de] Ruth. Estadounidense, 1986. Estreno en Madrid en los cines Rialto, Vaguada y Bogart (en versión original subtitulada).

Todo se reduce, en fin, al consabido embellecimiento del recuerdo, concretamente el que vive nuestro escritor-narrador, alter ego de King -emblemátiea y también fugazmente encarnado por Richard Dreyfuss, un American Graffiti boy-, sentimentalizado con astucia por las notas musicales de Stand by me, que a unos les recordará el primer polvo, a otros los labios pegajosos por el polo de fresa y aun, a terceros, los primeros palos de esta vida.

Polvos, polos, palos... el sustrato de un 1959 lejano. Del paso del biberón al whisky, y con la coca-cola marcando el denominador común de ambos vértices, nos da fe en esta ilustración del evocativo texto de King, el cineasta Rob Reiner -quien ya nos obsequió el pasado verano otra crónica de impúberes: Juegos de amor en la universidad-, decantándose, básicamente, más que a bucear en la psicología de los personajes -presumiblemente elemental, por otra parte-, a recrear el climade la época.

Cuenta conmigo es, en este sentido, un filme de excelente atmósfera y ambientación, aunque algunos parajes más se dirían pertenecientes al mandato de Franklin D. Roosevelt que al de Eisenhower. Por lo demás, sólo una versión seria de Los goonies.

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