Desaparece una suerte

La suerte de varas, fundamental en la lidia, está en trance de desaparición. La irresponsabilidad de los empresarios, que sacan los caballos de picar con petos antirreglamentarios y en muchos cosos (como Las Ventas) esos caballos ni siquiera sirven para la suerte, más la de los propios picadores, cuya argucia es dejar que el toro se estrelle en el peto -sin detenerlo antes- y clavar trasero, han desnaturalizado y relegado al olvido la técnica, la belleza y hasta la utilidad del primer tercio.

Son culpables también de que la realización de la suerte sea una pura corruptela, los diest...

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La suerte de varas, fundamental en la lidia, está en trance de desaparición. La irresponsabilidad de los empresarios, que sacan los caballos de picar con petos antirreglamentarios y en muchos cosos (como Las Ventas) esos caballos ni siquiera sirven para la suerte, más la de los propios picadores, cuya argucia es dejar que el toro se estrelle en el peto -sin detenerlo antes- y clavar trasero, han desnaturalizado y relegado al olvido la técnica, la belleza y hasta la utilidad del primer tercio.

Son culpables también de que la realización de la suerte sea una pura corruptela, los diestros inductores, y los presidentes de las corridas, que incumplen el reglamento cuando su misión primordial es precisamente hacerlo cumplir. Entre unos y otros, durante años, han conseguido que muchos públicos empiecen a aceptar como mal irremediable este tercio de varas sin sentido, abusivo, excesivo y repugnante. Y si lo empiezan a aceptar es que ha tomado carta de naturaleza y el verdadero pasó a mejor vida; como tantas otras suertes importantes en la lidia.

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