Tribuna:

Cómo jugar a la lotería

Se veía venir. Cuando torea Curro Romero la previsión es bronca y el domingo en Las Ventas no tenía por que constituir una excepción.Resultó más grave porque se negó a matar un toro -ya lo había hecho 20 años atrás en, esta misma plaza- y un espectador saltó al ruedo para dar buena cuenta del artista. El que vaticina que habrá bronca cuando torea Curro es como el que vaticina que no le va a tocar la lotería. Pero juega a la lotería, por si acaso.

No se le ocurrirá al empresario pero si se le ocurriera anunciar a Curro el próximo domingo en Madrid, volvía a llenar el coso.

Y así v...

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Se veía venir. Cuando torea Curro Romero la previsión es bronca y el domingo en Las Ventas no tenía por que constituir una excepción.Resultó más grave porque se negó a matar un toro -ya lo había hecho 20 años atrás en, esta misma plaza- y un espectador saltó al ruedo para dar buena cuenta del artista. El que vaticina que habrá bronca cuando torea Curro es como el que vaticina que no le va a tocar la lotería. Pero juega a la lotería, por si acaso.

No se le ocurrirá al empresario pero si se le ocurriera anunciar a Curro el próximo domingo en Madrid, volvía a llenar el coso.

Y así va este torero irrepetible por el mundo taurino desde tiempo inmemorial: excitando la ilusión ilimitada de quienes alguna vez le vieron torear como sabe y confían en que el milagro se puede repetir.

La categoría moral de sus inhibiciones, que constituyen flagrante falta de respeto al público y evidencian una total ausencia de profesionalidad, será censurable y, reglamento taurino en mano, hasta punible, Pero quien sustenta esas inhibiciones es el propio público, que al anuncio de Curro abarrota los cosos atraído por el señuelo de su recóndito arte y también por los insólitos sucesos que sus espantadas pueden provocar. Y mientras la inagotable expectación de este público subsista, subsistirá el currismo.

Quienes juegan a la lotería currista cuentan con el escándalo pero recuerdan también que Curro Romero es uno de los diestros que, en los últimos 30 años de historia de la fiesta, ha salido más veces a hombros por la puerta grande de Las Ventas y por la puerta del Príncipe de la Maestranza de Sevilla.

El último cuplé

Sobre un visceral desahogo para dejar resbalar las iras y un místico sentido de la resignación, ante el infortunio, le ocurre a Curro Romero lo que, en cierto modo le sucedía a Antonio Bienvenida: que sabiendo torear bien, con pureza técnica y exquisitez artística, no sabe torear mal de ninguna manera. Cualquier profesional del toreo, si el toro no se presta al cante jondo, le canta martinetes, y si tampoco, una rumbita grasiosa o el ultimo cuplé. En cambio Curro o canta jondo o no canta.

El domingo no cantó y los augures predicen que puede seguir afónico de por vida. Salvo que le salga el toro que le inspire el cante.

Y ya hay quien pregunta dónde, cuándo, cómo, para ir y no perderse el prodigio, si surge; y si no surge, bronca, almohadillas, mamporros, la fogata de los infiernos y guardias otra vez.

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