Cartas al director

El 'stop' Guadalquivir

Visitar Huelva no deja de ser una odisea para quienes vivimos al este del Guadalquivir, tan cercanos en el espacio como distantes en el tiempo, pero valió la pena la azarosa aventura que supuso la caravana del Corpus, para mantener la esperanza, no exenta de ilusión, de que algún día desaparezca el protohistórico stop del Guadalquivir en Sanlúcar de Barrameda.Ni durante la Exposición Iberoamericana de 1929, ni en la República, ni en la larga etapa Franco-Oliveira, se consiguió lo que en unos meses logró el dúo González-Soares al acordar la ya próxima desaparición del stop Guadian...

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Visitar Huelva no deja de ser una odisea para quienes vivimos al este del Guadalquivir, tan cercanos en el espacio como distantes en el tiempo, pero valió la pena la azarosa aventura que supuso la caravana del Corpus, para mantener la esperanza, no exenta de ilusión, de que algún día desaparezca el protohistórico stop del Guadalquivir en Sanlúcar de Barrameda.Ni durante la Exposición Iberoamericana de 1929, ni en la República, ni en la larga etapa Franco-Oliveira, se consiguió lo que en unos meses logró el dúo González-Soares al acordar la ya próxima desaparición del stop Guadiana en el litoral hispanoluso.

La desaparición del otro stop de Huelva en el Guadalquivir, que incomunica la orilla de las tres carabelas con los 3.144 kilómetros del resto del litoral peninsular español, debería solucionarse antes del V Centenario y la Expo 92, al margen de la toma de posiciones de los partidos políticos en asunto de tan vital importancia socioeconómica para el Bajo Guadalquivir.

Difícilmente podrá justificar los dirigentes del PSOE su veto a la carretera costera Huelva-Cádiz por razones ecológicas y etiológicas, cuando en beneficio de la OTAN intenta sacrificar en Cabañeros cientos de especies de la fauna ibérica, algunas de las cuales figuran en el libro rojo de máxima protección como especies a extinguir, cuya permanencia en las 24.000 hectáreas del futuro campo de tiro aire-tierra será incompatible con el vuelo necesariamente rasante y a bajas cotas de los aviones en prácticas de tiro.

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Como contraste hemos contemplado en la laguna del Portil (Huelva) cómo cientos de patos salvajes permanecían ajenos al intenso tránsito automovilístico del puente del Corpus, sin que ni uno solo levantase el vuelo por la presencia de coches a menos de cinco metros de la orilla, donde se agrupaban las bandadas de anátidas.

Esta convivencia etiológica del hombre y el pato pone de manifiesto la falacia que supuso la inclusión en la Ley 91/1978 de la "cláusula de protección de la milla marina" entre Matalascañas y el Guadalquivir, y el grave error de confundir la causa-carretera con la consecuencia-edificación ya no posible en virtud de la citada ley Doñana-

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