Inaugurado el festival de Granada

La 36º edición del festival de Granada comenzó anteayer, en una fecha que puede considerarse que marca un hito en la historia y el estilo del festival granadino. Es posible que nadie, a partir de ahora, reclame como imprescindibles programas de gran efecto para la noche inaugural cuando la de esta edición ha triunfado con tres piezas escasamente conocidas aquí: La hora española (1907), de Ravel, y Renard (El zorro) (1915) y Mavra (1921), de Stravinski. Hubo lleno, hubo interés y los aplausos sonaron entusiastas.Lo grotesco en Renard, lo poético en Mavra, la operita ...

La 36º edición del festival de Granada comenzó anteayer, en una fecha que puede considerarse que marca un hito en la historia y el estilo del festival granadino. Es posible que nadie, a partir de ahora, reclame como imprescindibles programas de gran efecto para la noche inaugural cuando la de esta edición ha triunfado con tres piezas escasamente conocidas aquí: La hora española (1907), de Ravel, y Renard (El zorro) (1915) y Mavra (1921), de Stravinski. Hubo lleno, hubo interés y los aplausos sonaron entusiastas.Lo grotesco en Renard, lo poético en Mavra, la operita basada en Pushkin, y el gran homenaje a la habanera que, en el fondo, es La hora española, con argumento de Franc-Nohain, representaron, en su tiempo, modos distintos y nuevos de concebir el teatro musical.

Vistas y escuchadas actualmente las tres piezas con las que se ha inaugurado este festival, fundado en 1952 con una intencionalidad puramente española, no sólo mantienen su frescura, s¡no que corroboran el valor de Ravel y Stranviski como fundadores del modernismo y auténticos clásicos del siglo XX.

Lo mejor de toda la noche fue sin duda la versión de La hora española, puesta en escena por Jean Louis Martinoty con elementos escénicos muy simples -pero eficaces. El reparto resultó adecuado y brillante, así como la dirección musical del maestro Marcello Panni, quizá más esplendorosa que rica en sutilezas.