Tribuna:

El compromiso de la Comunidad

La Comunidad de Madrid organiza la tradicional corrida de Beneficencia, y ése es uno de sus compromisos con la fiesta de toros. Los beneficios económicos que genere se destinan al hospital Provincial. Poca cosa, en el mejor de los casos, pues los presupuestos de dicho hospital se cifran en cientos de millones y, por mucho que puedan allegar los ingresos en taquilla, no alcanzarían más que a un porcentaje mínimo de tales cantidades. La corrida de Beneficencia tiene hoy, principalmente, la finalidad de mantener una espléndida tradición taurina y contribuir al prestigio de la propia entidad organ...

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La Comunidad de Madrid organiza la tradicional corrida de Beneficencia, y ése es uno de sus compromisos con la fiesta de toros. Los beneficios económicos que genere se destinan al hospital Provincial. Poca cosa, en el mejor de los casos, pues los presupuestos de dicho hospital se cifran en cientos de millones y, por mucho que puedan allegar los ingresos en taquilla, no alcanzarían más que a un porcentaje mínimo de tales cantidades. La corrida de Beneficencia tiene hoy, principalmente, la finalidad de mantener una espléndida tradición taurina y contribuir al prestigio de la propia entidad organizadora.El más importante de los compromisos que tiene adquiridos con la fiesta la Comunidad, sin embargo, no es la corrida de Beneficencia, sino la temporada madrileña y la utilización de la plaza de Las Ventas, que dejan mucho que desear.

El error de un concurso de adjudicación basado en un pliego de condiciones regresivo, que coinciden con los intereses del empresario a quien se adjudicó la gestión del coso, y la propia fórmula de gestión interesada, donde la Comunidad es parte pasiva -por tanto, sujeta a los aciertos o desaciertos de la otra parte-, han hipotecado el contenido, el prestigio y el futuro de la plaza y de la fiesta de toros en Madrid.

El empresario cogestor cumple el pliego, a despecho de lo que debe ser una temporada de toros en plenitud. Y pues lo cumple, puede montar rejoneos de pobre cartel, novilladas sin caballos y otras taurinerías menores en festividades tradicionales. Y puede mantener los mismos precios de las corridas de San Isidro en las de modestos actuantes. Y puede cerrar los carteles de un verano entero, cercenando la dinámica de la temporada, el estímulo de los espadas y la propia promoción del espectáculo.

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