Crítica:CINE

De mal en peor

El cineasta británico Ken Russell va de mal en peor. Famoso hace unos años por algunas películas como El novio, Mujeres enamoradas, que eran muchísimo menos de lo que en principio parecían, ahora parece metido en su lugar natural: un callejón sin salida alguna. En el festival de Cannes Russell acaba de presentar su contribución a una película colectiva, Aria, en la que su sketch es literalmente penoso. Pero meses antes, presentada por primera vez en España en el marco del Imagfic, realizó este Gothic no menos penoso que ahora se acaba de estrenar comercialme...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El cineasta británico Ken Russell va de mal en peor. Famoso hace unos años por algunas películas como El novio, Mujeres enamoradas, que eran muchísimo menos de lo que en principio parecían, ahora parece metido en su lugar natural: un callejón sin salida alguna. En el festival de Cannes Russell acaba de presentar su contribución a una película colectiva, Aria, en la que su sketch es literalmente penoso. Pero meses antes, presentada por primera vez en España en el marco del Imagfic, realizó este Gothic no menos penoso que ahora se acaba de estrenar comercialmente y que es otro desastre, eso sí, lleno de pretenciosidad.

'Noche suiza'

Gothic

Director: Ken Russell. Producción británica, 1986. Intérpretes: Gabriel Byrne, Julian Sands, Natasha Richardson.Estreno en Madrid, en cines Gayarre, Pompeya y Sainz de Baranda.

Trata de contar en él Russel -y, por supuesto, no lo consigue- la famosa noche suiza, narrada más tarde por Mary Shelley y que dio lugar a su legendaria novela Frankenstein, en la que los poetas Byron, Shelley y ella misma, junto con otras dos personas, convocaron sus pesadillas profundas y éstas se volvieron contra sus propios convocadores: uno de los puntos de referencia de la mitología del romanticismo británico degradado por Russell a la más absoluta mediocridad, incluso a la inexistencia.El filme de Russell es un atropellado y sumamente desafortunado conjunto de falsas imágenes entre esteticistas y tremendistas, atestadas de trucos ópticos y de puestas en escena, que pone en absoluta evidencia la probada capacidad de este cineasta para mentir con la cámara, para fingir trascendencia sobre triviales epidermis y para dar aires de cosa grande a una película insignificante que no merecería más comentario que el del silencio.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En