Crítica:DANZA

El suelo del alma

Ella no es solamente una bailarina. Su trabajo está repleto de una carga analítica muy fuerte, a la vez que deja traslucir un sedimento intelectual que reconvierte las piezas en tratados. Linke crea sus solos en la madurez, después de haberse formado a la sombra de Mary Wigman y Dore Hoyer, y tras haber pasado por la tutela de Pina Bausch. Todo lo que se ve es vivencial y está asumido por la afectación personal de la artista. La atmósfera que provoca con su energía es tensa, dramática, de un gran agobio emocional.Si hay una danza autobiógrafica, es la de Susanne Linke, aun sin anécdota, pues e...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Ella no es solamente una bailarina. Su trabajo está repleto de una carga analítica muy fuerte, a la vez que deja traslucir un sedimento intelectual que reconvierte las piezas en tratados. Linke crea sus solos en la madurez, después de haberse formado a la sombra de Mary Wigman y Dore Hoyer, y tras haber pasado por la tutela de Pina Bausch. Todo lo que se ve es vivencial y está asumido por la afectación personal de la artista. La atmósfera que provoca con su energía es tensa, dramática, de un gran agobio emocional.Si hay una danza autobiógrafica, es la de Susanne Linke, aun sin anécdota, pues está tan presente su entrega moral en los pasos que el vocabulario se vuelve auténtico, incluso original. A esta creadora le quedó del expresionismo fundacional la conducción de la energía, la pluralidad de ejes en el plano escénico (que ella usa sin miedo en todo su perímetro) y, sobre todo, una manipulación de la técnica férrea, pero subyacente a lo que la danza debe decir, ese sentido último del baile que debe quedar dado por la calidad propia del movimiento, sm que se note el esfuerzo ni pierda empaque. En Presentimientos, la Linke es una especie de willi (doncellas muertas de amor) que vaga buscando un asidero para sus piruetas excéntricas y dosifica las extensiones, corre como sobre ascuas en las puntas de los dedos y es una muda lamentación que anda.

Susanne Linke

Solos. Presentimientos: Linke/ Chaicovski. En la bañera: Linke/Satie. Metamorfosis. Linke/Schubert. Marea alta: Linke/Casals/Fauré. Teatro Albéniz. Madrid, 16 de mayo.

En la bañera la ha hecho famosa. Aquí se convierte en un todo escultórico con el objeto, más propio de una pintura de Adami que de la danza. Hay lirismo y en la bañera está la muerte. La mujer ronda, acaricia el sitio que finalmente le servirá de hornacina. La relación freudiana con el insólito objeto se vuelve ruptura, y al final caen ambos.

El suelo siempre está presente como motivación, como imán a ese cuerpo mancillado por la contracción en Metamorfosis, donde retoma el canon expresionista, y la intérprete flota a ras de las tablas, haciendo gala del dominio del propio cuerpo.

Por fin, en Marea alta puede pensarse en Virginia Woolf. La tela se abre y esa inmensidad que huye es un mar que la desea, que la atre. La banda sonora (Pablo Casals ensayando la Elegía, de Fauré, corrigiendo a los músicos, tarareando), tan contenta le dejó de esta experiencia, que Susanne Linke la repitió en Also Egmout, bitte, su última y sorprendente creación para la José Limon Company, usando un ensayo orquestal. Es la metáfora que se ve la obsesiona: nada está terminado ni se podrá terminar jamás.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En