Crítica:'POP'

Sabina, 'Caro amico'

Joaquín Sabina y Lucio DallaConcierto de Joaquín Sabina y Viceversa (130 minutos) y Lucio Dalla (79 minutos).

Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid, 11 de mayo.

Lucio Dalla, máxima figura de la música italiana y europea, ofreció su primer recital madrileño en un Palacio que se vació poco a poco ante su presencia. Los organizadores pensaron, a propuesta de Joaquín Sabina, situar al cantante boloñés por delante de Sabina, pero finalmente el programa quedó como se había anunciado, porque el promotor de Lucio Dalla se empeñó en que su artista cantara al final.

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Joaquín Sabina y Lucio DallaConcierto de Joaquín Sabina y Viceversa (130 minutos) y Lucio Dalla (79 minutos).

Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid, 11 de mayo.

Lucio Dalla, máxima figura de la música italiana y europea, ofreció su primer recital madrileño en un Palacio que se vació poco a poco ante su presencia. Los organizadores pensaron, a propuesta de Joaquín Sabina, situar al cantante boloñés por delante de Sabina, pero finalmente el programa quedó como se había anunciado, porque el promotor de Lucio Dalla se empeñó en que su artista cantara al final.

Joaquín Sabina se empachó de aplausos, de canciones y, sobre todo, de la mayor parte de minutos que la noche de una jornada laboral permite: 130. El Viva San Isidro de turno salió de la boca de Sabina nada más iniciar su repertorio, cada día más trasnochado. Y a continuación soltó su primer halago al músico de la velada: "Es un honor del copón compartir esta noche el escenario con Lucio Dalla".

Dedicó su canción titulada Mónica a "las estrechas en edad límite, que haberlas hailas" y gritó después un no se os oye para alentar los coros públicos en Princesa. Este cantautor andaluz, malvenido al rock, cae en una manía corriente entre nuestros artistas: su voz suena muy por encima de la instrumentación de Viceversa, su banda fiel y notable. Manolo, Rodríguez punteó en una guitarra tan imperceptible como el saxo de Javier Paxariño, otro músico distinguido. Viceversa tocaron tres piezas propias y Sabina repitió su aprecio al artista italiano y pidió que los espectadores que le aclamaban "Torero, torero" se quedaran para escucharle. Pero él siguió porque el público se lo pedía.

Lucio Dalla comenzó a cantar a la una de la madrugada. Y en seguida allí se notó que había un músico de pies a cabeza, acompañado por un grupo de primer orden. Dalla suena folk, jazz, pop, soul, rock, pero, ante todo, suena italiano, y no precisamente por el texto. Dallamericaruso, título de su álbum doble en directo, es un término que reúne una síntesis verdadera de las vertientes de su arte.

Dalla es la voce. Conoce el micrófono, la distancia para crear planos sonoros diversos. Su skat -la improvisación vocal sin decir palabra- es particular, ingenioso y divertido, es la esencia de su rico sentimiento melódico, ese que tanto ha influido en cantantes españoles como Víctor Manuel o Patxi Andión y que puede poner la piel de gallina a cualquier oyente.

Ana Belén, que ya había salido para bailar con Sabina, reapareció para interpretar a dúo con Dalla la canción Banana Republic, compuesta por Steve Goodman y conocida aquí por la recreación del italiano. Cada uno cantó en su lengua, pero muchos espectadores ya se habían ido. Y, además de perderse al caro amico, no escucharon a un guitarrista magistral, Romano Trevisani. Lucio Dalla dedicó un tema a su amigo Sabina, tal vez porque reconocía haberse equivocado al preferir cantar después del cantante español.

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