Espartaco centra la expectación de la feria de Sevilla

J. V. La popularidad de Espartaco es obvia pero para los aficionados hay otros alicientes, quizá mayores, en la feria. Como siempre, el irrepetible Curro Romero, a quien ninguna popularidad ajena ha conseguido desbancar de su institucional liderazgo en el coso del Baratillo, será la esperanza ilimitada del arte. Y se anuncian en los carteles lidiadores de categoría, como Antoñete, que hace en esta feria de Sevilla su reaparición verdadera; Ortega Cano, cuyo estilismo aún está inédito en la Maestranza, y Ruiz Miguel, héroe de tantas tardes con el ganado más duro, desplazado de su habitual tarde...

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J. V. La popularidad de Espartaco es obvia pero para los aficionados hay otros alicientes, quizá mayores, en la feria. Como siempre, el irrepetible Curro Romero, a quien ninguna popularidad ajena ha conseguido desbancar de su institucional liderazgo en el coso del Baratillo, será la esperanza ilimitada del arte. Y se anuncian en los carteles lidiadores de categoría, como Antoñete, que hace en esta feria de Sevilla su reaparición verdadera; Ortega Cano, cuyo estilismo aún está inédito en la Maestranza, y Ruiz Miguel, héroe de tantas tardes con el ganado más duro, desplazado de su habitual tarde de los miuras por el torero de moda.

La afición sevillana, que reúne amplio conocimiento del toro y la lidia, criterio firme y ponderado juicio, comenta que este trato a un torero valiente y honrado es injusto, y tampoco se explica que Manili, triunfador el año anterior con los muy serios guardiolas, y Rafael de Paula, paradigma del toreo mágico, no esté en los carteles. O, que José Antonio Campuzano fuese marginado de la semana de farolillos, cuando tan buen ambiente tiene en Sevilla.

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A Joselito, que llega con bien merecida fama de diestro arrollador, se le espera con expectación y la duda de si a su entrega unirá otras calidades; con paciencia, al veterano Manolo Cortés, pues la afición sevillana sabe de su indolencia, pero también de sus capacidades lidiadoras, y, al Niño de la Capea, con la, confianza de que, finalmente, alcanzará en la Maestranza el cartel que tiene en el resto del orbe taurino. En la línea de los toreros que llaman de gusto están Manzanares, Pepe Luis Vázquez y Lucio Sandín. Paco Ojeda tiene en estas tierras multitud de partidarios. Juan Mora y Emilio Oliva -como Sandín- son la juventud, que aún ha de ganarlos. Curro Durán llegó a abrir hace unos años, por sus propios méritos, la puerta del Príncipe y, él mismo también, no sólo se cerró después esa puerta sino la propia feria, a la que retorna ahora, y ha de recuperar el tiempo. Tomás Campuzano es el oficio desarrollado con honestidad; Pepe Luis Vargas el valor desgarrado, que oculta una estimable torería; Víctor Mendes, la profesionalidad, que acentúa en banderillas.

Los tres últimos días de feria hay toros por la mañana y por la tarde. Maestranza en sesión continua. Los días 1 y 2 torean Litri y Rafi Camino; el día 2, con Jerezano de cabecera de cartel. En la matinal del día 3 se celebrará el espectáculo del rejoneo.

El toro será el de Sevilla. El concepto toro de Sevilla es una de las muchas manipulaciones de la verdad que utilizan los taurinos para su conveniencia.

Porque el toro que gusta a la afición -verdadera- sevillana, gusta igualmente en todas las plazas: no lo exige necesariamente grande, incluso lo prefiere terciado, pero ha de ser rematado; es decir, con la seriedad, la armoniosa y limpia cornamenta, en, definitiva el trapío que define al toro de lidia.

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