Crítica:'ROCK'

La energía del fuego

Los Del Fuegos aparecieron en el escenario desplegando una energía física envidiable, no esperada por el público que cubría la mitad del aforo de la sala Astoria y llevaba casi una hora esperando el comienzo del concierto. Respaldados por un potente sonido, el cuarteto de Boston apabulló a los asistentes, que se frotaban los ojos mientras se preguntaban si era posible semejante vitalidad o, por el contrario, estaban asistiendo a una función de fuegos artificiales.De todo hubo. Los Del Fuegos tienen una presencia en escena más cuidada que la mayoría de los jóvenes grupos norteamericanos y la ut...

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Los Del Fuegos aparecieron en el escenario desplegando una energía física envidiable, no esperada por el público que cubría la mitad del aforo de la sala Astoria y llevaba casi una hora esperando el comienzo del concierto. Respaldados por un potente sonido, el cuarteto de Boston apabulló a los asistentes, que se frotaban los ojos mientras se preguntaban si era posible semejante vitalidad o, por el contrario, estaban asistiendo a una función de fuegos artificiales.De todo hubo. Los Del Fuegos tienen una presencia en escena más cuidada que la mayoría de los jóvenes grupos norteamericanos y la utilizan como banderín de enganche junto a las canciones, un tanto monótonas, de Dan Zanes. Han desarrollado su estilo a lo largo de tres elepés, y en el último se muestran claras influencias del rock and soul, que cada vez acapara más adeptos y lleva el camino de sustituir a los derivados del country que hoy se encuentran en la cresta de la ola.

The del Fuegos

Dan Zanes (voz y guitarra), Tom Lloyd (bajo y voz), Warren Zanes (guitarra) y Woody Giessmann (batería). Sala Astoria. Madrid, 15 de abril.

Los Del Fuegos cabalgan fogosamente entre los dos estilos y su fuerza se mantuvo durante la extensa actuación, dejando atrás al público y a su batería, que al término del concierto seguía a duras penas el ritmo impuesto por el trío de guitarras. La comunicación se consiguió cuando se introdujeron en el terreno de las versiones. Tras el Walking the dog, un clásico del sonido Memphis de 1964, se sucedieron recuerdos a Chuck Berry y a los sesenta, que confirmaron a los americanos como un duro y buen grupo de correctos instrumentistas que sudan la camiseta.

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