Crítica:'ROCK'

Un buen enemigo

Historias de novias con muchachote, composiciones instrumentales y canciones con un humor bastante elemental, son las excusas que se ha inventado Josele Santiago para demostrar sus dotes como guitarrista y compositor y su amor por la música negra, amparado bajo el hombre de Los enemigos. En la buscada escasa consistencia de los textos, luchan, con desiguales resultados, el atractivo de lo ingenuo con lo que no pasa de simple.Josele Santiago tiene fundamentos para esperar de él algo interesante. Guitarrista con más facultades que técnica, lo que no quiere decir que carezca de ésta, se mueve bie...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Historias de novias con muchachote, composiciones instrumentales y canciones con un humor bastante elemental, son las excusas que se ha inventado Josele Santiago para demostrar sus dotes como guitarrista y compositor y su amor por la música negra, amparado bajo el hombre de Los enemigos. En la buscada escasa consistencia de los textos, luchan, con desiguales resultados, el atractivo de lo ingenuo con lo que no pasa de simple.Josele Santiago tiene fundamentos para esperar de él algo interesante. Guitarrista con más facultades que técnica, lo que no quiere decir que carezca de ésta, se mueve bien en los terrenos derivados del blues y su presencia en escena tiene fuerza para hacer creible la influencia negra en su música, apoyada por una voz algo forzada pero convincente. Su versatilidad como guitarrista le permite adentrarse en temas instrumentales, que salpican la actuación coloreándola de country y soul.

Los enemigos

Josele Santiago (voz y guitarra), Artemio Pérez (batería), Fino (bajo). Agapo. Madrid, 14 de marzo.

Sin duda, es el motor del grupo y en sus actuaciones careció del respaldo rítmico necesario para desenvolverse cómodamente, debido a que el cambio de componentes parece ser una de las características de Los Enemigos. Josele Santiago necesita olvidarse que junto a él tocan una batería y un bajo -recién incorporado al grupo- para centrarse en su guitarra. Y si el ritmo no tiene la precisión del metrónomo, la actuación pierde tensión y se hace menos brillante de lo que cabría esperar, lo que es excusable en una actuación con el ambiente y clima de una sala que coloca el "no hay billetes" con 200 personas, pero difícilmente salvables ante público más numeroso y menos incondicional.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En