'Gorete', el último Robinson

M. M., Aunque el verdadero inspirador de Luna de lobos es Casimiro Fernández Arias, el legendarlo maqui de las montañas de La Vecilla, tanto en la novela como en la película aparece alguna anécdota vivida en la realidad por Gregorio García Díaz, Gorete. Casimiro vive en Francia, pero Gregorio García sigue aferrado a sus raíces leonesas y a sus 84 años recuerda como una condena los 11 años, tres meses y cinco días que estuvo huyendo. Conoce como nadie las montañas de lo que hoy es la estación de esquí de San Isidro, los escondites "más seguros", las interminables noches sob...

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M. M., Aunque el verdadero inspirador de Luna de lobos es Casimiro Fernández Arias, el legendarlo maqui de las montañas de La Vecilla, tanto en la novela como en la película aparece alguna anécdota vivida en la realidad por Gregorio García Díaz, Gorete. Casimiro vive en Francia, pero Gregorio García sigue aferrado a sus raíces leonesas y a sus 84 años recuerda como una condena los 11 años, tres meses y cinco días que estuvo huyendo. Conoce como nadie las montañas de lo que hoy es la estación de esquí de San Isidro, los escondites "más seguros", las interminables noches sobre la hierba y el hielo. Gorete hizo la guerra en Asturias y tuvo que echarse al monte a los 33 años. "Desde Pola de Laviana a Redipollos, todo lo anduve", afirma con vitalidad.

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"Para mí el día que terminó la guerra, un 14 de abril de 1939, cambió la vida. Y lo puedo contar porque siempre estuve solo, nunca me fié de nadie". Gorete, que asistirá al estreno de Luna de lobos hoy en León, mantiene aún frescos en la memoria todos los momentos de su particular calvario. "Yo creía que era ¡mposible pasarse todo el día con una sardina de lata y pan negro. Sólo por poder salvar la vida se puede hacer esto, pero tenía fe en que pronto iba a cambiar mi situación".

Entonces era miembro del Partido Radical Socialista, capitaneado por el que fuera ministro de Fomento de la República, Félix Gordón Ordás. "Los del partido éramos muy buscados, nos perseguían como a demonios. Yo no sé qué se creían".

Hoy a Gorete, junto a su esposa, Felicidad, Lices, y a sus cuatro hijos, no le asusta casi nada. "Sólo tengo miedo a un catarro mal curado que no me sale de los bronquios", afirma contrariado.

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