El 'Réquiem humano' de Brahms para inaugurar un festival

Sin las fanfarrias características de otros festivales europeos se abrió el apartado musical del Festival de Otoño. En el Real sonó, una vez más, el Réquiem alemán, al que su autor, Johannes Brahms, habría titulado con gusto, según propia confesión, réquiem humano.Quizá pensaba y sentía de tal manera por la tremenda interiorización de esta música, verdadero diálogo entre la lamentación y el consuelo, de extraño poder atractivo. Pues por un lado fascina, y por otro se distancia del auditor. Situado en las antípodas del Réquiem de Verdi, prácticamente contempor...

Sin las fanfarrias características de otros festivales europeos se abrió el apartado musical del Festival de Otoño. En el Real sonó, una vez más, el Réquiem alemán, al que su autor, Johannes Brahms, habría titulado con gusto, según propia confesión, réquiem humano.Quizá pensaba y sentía de tal manera por la tremenda interiorización de esta música, verdadero diálogo entre la lamentación y el consuelo, de extraño poder atractivo. Pues por un lado fascina, y por otro se distancia del auditor. Situado en las antípodas del Réquiem de Verdi, prácticamente contemporáneo, el de Brahms constituye el contrapeso desde el que siempre podrá explicarse sin más teorías lo que va de lo latino a lo germano, del abeto a la palmera, de la emoción litúrgica católica a la luterana.

Muy hijo del lied romántico, el Réquiem alemán, salvo medidas eclosiones, es como una inmensa berceuse, íntima, sentimental y, lógicamente, sin teatro ni imaginería policromada, Como esas bellas tallas germánicas en madera sin colorear. Vinieron de la República Democrática Alemana para interpretar el Réquiem, los músicos y cantores de la Radio de Berlín, que dirige Herbert Kegel con riguroso criterio y comedida expresividad. Tienen indudable calidad, como la lucieron, sin mayores cotas de divismo, la soprano Eva María Bundschuch y el barítono Andreas Scheibner.