Crítica:43º FESTIVAL DE VENECIA

Cine multilingüe como prueba de realismo

Los cineastas, cada vez de una manera más clara, tienden a respetar la exigencia de verosimilitud lingüística que hace conveniente que cada cual se exprese en el idioma de su país, como se ha puesto de manifiesto en este Festival de Cine de Venecia, con la clara excepción de Oviri, una biografia de Paul Gauguin.

Así, Fatherland, de Ken Loach, hace coexistir el francés, el inglés y el alemán. Angelopoulos juega con el griego y el francés, aunque ha tomado como protagonista a un actor italiano.

Peter Lilienthal deja el hebreo como telón de fondo para poner en primer térm...

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Los cineastas, cada vez de una manera más clara, tienden a respetar la exigencia de verosimilitud lingüística que hace conveniente que cada cual se exprese en el idioma de su país, como se ha puesto de manifiesto en este Festival de Cine de Venecia, con la clara excepción de Oviri, una biografia de Paul Gauguin.

Así, Fatherland, de Ken Loach, hace coexistir el francés, el inglés y el alemán. Angelopoulos juega con el griego y el francés, aunque ha tomado como protagonista a un actor italiano.

Peter Lilienthal deja el hebreo como telón de fondo para poner en primer término el alemán de la comunidad germana de Tel-Aviv. Tavernier presenta un filme con un título doble: Round midnight Autour de minuit.

Y ésos son sólo unos pocos ejemplos de unas ficciones que aprovechan los distintos idiomas para parecer más reales. Por ejemplo, Rohmer, en Le rayon vert, incluye una secuencia. directamente basada en esta situación y protagonizada por una actriz que se expresa cómodamente en francés, inglés, alemán, sueco, español y quién sabe qué más.

La presentación del filme danés Oviri, dirigido por Henning Carlsen y protagonizado por Donald Sutherland, supone una excepción frente a la gran mayoría de títulos vistos hasta ahora. Oviri, que es una biografía de Paul Gauguin, está íntegramente hablada en inglés, sin que importe que la acción transcurra en París, Copenhague o cualquier otro sitio, ni que los personajes sean suecos, tahitianos, daneses o franceses.

Mercado sin fronteras

Detrás de esta pequeña Babel en la que hay mezcla, pero no confusión, está tanto el interés europeo por ampliar mercados, por producir pensando en todos los países de la CEE, como una evidente sumisión al inglés como idioma dominante, como latín que soluciona los problemas de las fronteras. Casi han desaparecido las pelíctilas abiertamente nacionalistas, que cuentan grandes epopeyas patrióticas, quedando esa voluntad de historiar lo colectivo como algo que sólo atafle a los soviéticos. Claro que las, razones de orden astístico, esa voluntad de verosimilitud ya citada, también son importantes, pero quizá tengan má peso los otros argumentos.En Oviri, ese unificarlo todo a través del inglés le hace daño, mucho daño a la película, puesto que no se trata de una biografía con la potencia de ficción de la minnelliana de El loco del pelo rojo o del Modigliani de Jacques Becker.

El color, la nitidez de la fotografía y del sonido, la libertad con que se pueden afrontar los temas y mostrar los comportamientos, están reñidos con ese hablar uniforme. Tal y como sucedía en muchas de las películas dobladas al español y estrenadas en nuestro país, los matices de relación se evaporan cuando lógicas dificultades de expresión se obvian. La película, por lo demás, adolece de un planteamiento muy convencional.

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