¿Un mercado común latinoamericano?

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¿Pueden las democracias latinoamericanas construir un mercado común según el modelo de la Comunidad Económica Europea? Esto es lo que harían Argentina y Brasil con una unión aduanera que incremente y reoriente el comercio y convierta en aliados políticos a los que durante mucho tiempo han sido rivales por causa del dominio en la región.

Argentina y Brasil son dos de los países suramericanos más desarrollados. Pueden ser autosuficientes en alimentos, energía y en una gran variedad de productos industriales competitivos. Sus nuevas democracias, apo...

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¿Pueden las democracias latinoamericanas construir un mercado común según el modelo de la Comunidad Económica Europea? Esto es lo que harían Argentina y Brasil con una unión aduanera que incremente y reoriente el comercio y convierta en aliados políticos a los que durante mucho tiempo han sido rivales por causa del dominio en la región.

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Argentina y Brasil son dos de los países suramericanos más desarrollados. Pueden ser autosuficientes en alimentos, energía y en una gran variedad de productos industriales competitivos. Sus nuevas democracias, apoyadas por sólidas clases medias, son también las más firmemente establecidas en el continente.

Las grandiosas propuestas de integración entre los dos vecinos ya habían sido anunciados antes, aunque sin esperanza en los resultados. Pero ambos países parecen estar cansados de los regímenes militares cuyos nacionalismos estropearon los planes iniciales. Hay buenas razones para pensar que los protocolos recientemente firmados serán más fructíferos.

Las democracias suramericanas deberían apoyarse unas a otras. Estos dos países en vías de desarrollo necesitan inmediatamente mercados a los que exportar y que reemplacen a los que han perdido a causa del proteccionismo de Estados Unidos y Europa. ( ... )

Ambos países pueden beneficiarse de una más eficiente organización de las industrias que ya comparten, como las de automóviles, las de creación de energía y las aeroespaciales.

Los presidentes Alfonsín y Sarney han declarado que el nuevo mercado común solo está abierto a Estados democráticos. En un caso ideal, Uruguay, situado entre los dos países fundadores, se incorporaría pronto. Su éxito incentivaría a los hombres de negocios de Chile y Paraguay para que presionaran por un Gobierno democrático.

La integración completa de la zona industrial de Suramérica, productora de un nuevo y formidable poder industrial, es un viejo sueño. Si este esfuerzo prospera y se evitan las políticas proteccíonistas, merecerían un apoyo fuerte y un favorable trato comercial por parte de Estados Unidos. Aumentarían las posibilidades de saldar deudas pasadas. Aún más, podría impulsar la democracia y el desarrollo. El ejemplo de Europa indica el camino.

13 de agosto

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