Crítica:DANZA

Un chico que va por libre

Este joven rumano es mucho más airado en la teoría que en la práctica, y ha creído que al huir de una sistemática encontraría otra automáticamente, cuando lo que sucede en realidad es que se degrada el sentido estricto del baile, entrando en un juego de sustituciones de apariencia agradable y relajado, pero ciertamente peligroso. El planteamiento de volver al despliegue del virtuosismo de base académica, pero forzado a una liberación, es sólo parcialmente cierto. Un lenguaje corporal con 200 años de depuración no se renueva en siete (la compañía de Rennes se fundó en 1979), y todo lo que pueda...

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Este joven rumano es mucho más airado en la teoría que en la práctica, y ha creído que al huir de una sistemática encontraría otra automáticamente, cuando lo que sucede en realidad es que se degrada el sentido estricto del baile, entrando en un juego de sustituciones de apariencia agradable y relajado, pero ciertamente peligroso. El planteamiento de volver al despliegue del virtuosismo de base académica, pero forzado a una liberación, es sólo parcialmente cierto. Un lenguaje corporal con 200 años de depuración no se renueva en siete (la compañía de Rennes se fundó en 1979), y todo lo que puedan hacer de asombroso los chicos de Caciuleanu, es gracias y a través del aprendizaje clásico y de lo que de él conservan.En principio, el esfuerzo de este enfant terrible plantea cosas interesantes, y más si se tiene en cuenta que terminó su formación en la escuela del Teatro Bolshoi de Moscú, bajo la tutela rigurosa de Messerer y del incontrolado fraseo de los entrenamientos de Ermolaiev.

III Jornadas de Danza de San Sebastián

Théâtre Chorégraphique de Rennes (Francia). Primer programa: Commedia, Mess around. Cartoons, Interferences y Equinoxe. Coreografias: Gigi Caciuleanu. Músicas: J. B. Lulli, Ray Charles, Camille Saint Saens, Claude Debussy y Jean Michel Jarre. Bailarina principal: Ruxandra Racovitza. Teatro Victoria Eugenia. San Sebastián, 26 de mayo.

Gigí exige una gran resistencia a sus bailarines, los explota -en buen sentido- de acuerdo a sus cualidades particulares, recurriendo a un humor a veces demasiado fácil. Commedia, una de sus primeras creaciones en Rennes, es muy imaginativa, transmite alegría y un desenfado festivo que conecta con el espectador. Aquí se lucen Claudine Orvain y los dos barceloneses miembros de la compañía: Victoria Buil y Juan Carlos Fernández, que ya llevan dos años en Rennes.

Mess around es un solo que compuso Gigí para sí mismo, y con el que obtuvo un premio especial en el Festival de Varna de 1972. Ya polémico en aquellos años, este chico que va por libre logró dividir a un experto jurado presidido por Galina Ulánova. La coreografía es una declaración de principios: giros excéntricos, saltos desarticulados, preparaciones de pies y brazos sin concierto. Con todo, es un baile que llega al público.

Cartoons es una humorada bastante conseguida y su éxito dependerá siempre de la capacidad de entrega de los intérpretes. Interferences, sin embargo, es un pas de deux mucho más sereno, que se apoya en la también rumana Ruxandra Racovitza y el propio Gigi. Ella posee una buena línea física y ha entendido, desde su molde académico, el propósito del creador.

El programa terminó con Equinoxe, una pieza con ligeros acentos a lo Paul Taylor, y que a pesar de la vulgaridad del fondo sonoro, se impuso por su coherencia. Trabajo más reciente de Caciuleanu demuestra que su línea de experimentación gira en 180 grados hacia una destrucción del corsé de la academia, pero pasando por su centro: ante todo, bailando.

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