Tribuna:FERIA DE SAN ISIDRO

Cargar la suerte

Decían los viejos aficionados: en la lidia hay que cargar la suerte siempre, hasta pata picar. Viejos aficionados ya quedan pocos, y se nota: los toreros cada vez cargan menos la suerte, y algunos que llevan muchos años de figuras no la cargaron jamás. Afortunadamente, a los alumnos de la Escuela de Tauromaquia les enseñan esta técnica, y la practican, pues en otro caso malos vientos esperarían al arte de torear. Y aun así no son. buenos.

Domingo Ortega, maestro en tauromaquia y aficionado de los que ya no quedan, siempre que habla de toros -y habla de toros a menudo- repite hasta l...

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Decían los viejos aficionados: en la lidia hay que cargar la suerte siempre, hasta pata picar. Viejos aficionados ya quedan pocos, y se nota: los toreros cada vez cargan menos la suerte, y algunos que llevan muchos años de figuras no la cargaron jamás. Afortunadamente, a los alumnos de la Escuela de Tauromaquia les enseñan esta técnica, y la practican, pues en otro caso malos vientos esperarían al arte de torear. Y aun así no son. buenos.

Domingo Ortega, maestro en tauromaquia y aficionado de los que ya no quedan, siempre que habla de toros -y habla de toros a menudo- repite hasta la saciedad que no se puede torear sin cargar la suerte. La teoría y la práctica se las explica a quien quiera conocerlas y demuestra que los cánones del toreo -parar, templar, mandar son imposibles sin esta técnica.

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Pero la situación aún es más grave, porque la mayor parte de los toreros de ahora no sólo no carga la suerte, sino que la descarga. Aquella regla de oro del toreo que consistía en citar al toro ofreciéndole medio pecho, la muleta adelante, tirar de él, adelantar la pierna contraria cuando va a entrar en jurisdicción, etcétera, lo convierten en citar de costadillo, la muleta retrasada, la pierna contraria atrás, y de ahí no la sacan, entre o no entre el toro en jurisdicción, ni aun con grúa.

Es un preocupante empobrecimiento del toreo, pues afecta a su propia naturaleza, y la tendencia será acentuarlo aún más, si no surje una figura verdadera, con clase y personalidad, que eche la pata l'ante y mande a la reserva a todas las figuras fingidas que hacen el toreo al revés,

La inversión de valores parece no tener fin. La penúltima es el toro de contraestilo, pintoresca figura que ha sido inventada para justificar la incompetencia de algunos matadores. Y la última, que el toro de contraestilo sea el que embiste -lo nunca visto-, porque cierto matador se arma un lío cuando le embisten los toros.

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