Crítica:CLÁSICA

Conlon, metrónomo viviente

Entre los directores de su generación, James Conlon (Nueva York, 1950) exhibe una carrera rápida y brillante. Ha dirigido las primeras orquestas norteamericanas, el festival de Cincinati, la ópera de Covent Garden y del Metropolitan, y además es profesor de la Juilliard School. Desde 1982 está al frente de la Filarmónica de Rotterdam, con la que ahora nos ha visitado dentro del ciclo de Ibermúsica, Grandes Orquestas del Mundo.Con todo y mostrar una buena cohesión, un sonido pastoso en las cuerdas y falto de refinamiento en los vientos, no otorgaría yo esa grandeza a la segunda formación...

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Entre los directores de su generación, James Conlon (Nueva York, 1950) exhibe una carrera rápida y brillante. Ha dirigido las primeras orquestas norteamericanas, el festival de Cincinati, la ópera de Covent Garden y del Metropolitan, y además es profesor de la Juilliard School. Desde 1982 está al frente de la Filarmónica de Rotterdam, con la que ahora nos ha visitado dentro del ciclo de Ibermúsica, Grandes Orquestas del Mundo.Con todo y mostrar una buena cohesión, un sonido pastoso en las cuerdas y falto de refinamiento en los vientos, no otorgaría yo esa grandeza a la segunda formación sinfónica holandesa.Claro que hay un punto en el que no se sabe bien si las carencias son cosas del maestro, que en su secreta vocación de metrónomo viviente, hizo de El mar debussyano una tempestad sin fin, y de los vales de El caballero de la rosa una fiesta provincial en la que el regodeo con las sonoridades abultadas sustituyó el refinamiento y la evidente intención irónica del que D'Anunzzio llamara "bárbaro de ojos azules", convertido por obra y gracia de Conlon en bárbaro a secas.

Orquesta Filarmónica de Rotterdam

Director: James Conlon. Obras de Strauss, Debussy y Brahms. Teatro Real. Madrid, 8 de mayo.

¿Y Brahms? El ideal sonoro de Conlon (o la característica de la orquesta) nos llevó al brumoso y amazacotado Brahms de nuestra infancia, cuando con toda lógica no nos gustaba. Discutir la preparación técnica del maestro neoyorquino, dada su hoja de servicios, me parecería ocioso. Dar, por esa misma carrera, el visto bueno a lo que hace sería engañar al personal. En definitiva, Conlon es una máquina de dirigir.

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