39º FESTIVAL DE CANNES

El poder cambia de manos

O. M. Tradicionalmente, las valoraciones económicas que se hacían respecto a quién sacaba la mejor tajada de Cannes tenían en cuenta la nacionalidad de las películas y el reparto del pastel entre las grandes compañías, es decir, la Fox, la Metro, la Paramount, etcétera, pero ahora esto casi carece de sentido. De entrada, porque la nacionalidad de las obras es enormemente confusa y encontramos a japoneses bajo bandera francesa rodando en inglés, a italianos rodando en francés y a cintas que comparten inversiones que proceden de tres continentes distintos.

Los nuevos puntos de refe...

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O. M. Tradicionalmente, las valoraciones económicas que se hacían respecto a quién sacaba la mejor tajada de Cannes tenían en cuenta la nacionalidad de las películas y el reparto del pastel entre las grandes compañías, es decir, la Fox, la Metro, la Paramount, etcétera, pero ahora esto casi carece de sentido. De entrada, porque la nacionalidad de las obras es enormemente confusa y encontramos a japoneses bajo bandera francesa rodando en inglés, a italianos rodando en francés y a cintas que comparten inversiones que proceden de tres continentes distintos.

Los nuevos puntos de referencia pasan por el papel jugado por las televisiones y por una empresa nueva. En el caso de la televisión, la gran vencedora es Antenne 2, que ve cómo su política de producción de filmes ha sido recompensada con la selección de cuatro de ellos: Therèse, de Alain Cavalier; Le lieu du crime, de Techine; Max, mon amour, de Oshima, e I love you, de Marco Ferreri. Este triunfo va a ser potenciado por la propia emisora, que ha instalado un llamativo plató en medio de La Crolsette, frente al Majestic, el más distinguido de los grandes hoteles de Cannes.

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Los otros nuevos ricos y poderosos del festival son los inefables Menahem Golan y Yoram Globus, dos productores judíos que tan sólo hace cinco años eran el hazmerreír de Hollywood y que hoy controlan los circuitos de exhibición de varios países, producen películas de todas clases, de Godard a Stallone, y han colocado tres de ellas en la selección competitiva: Fool for love, de Robert Altman; Runeway train, de Konchalovsky, y Otello, de Franco Zeffirelli. Su truco, producción diversificada, rodajes rápidos pero en plena libertad, control estricto de todo el recorrido seguido por el dinero, agresividad de quien no conoce la duda y, sobre todo, una especial astucia para jugar con los llamados paraísos fiscales.

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